30 noviembre, 2006

Love is sweet misery, canta Aerosmith

La semana pasada tocó Noble en el Ateneo. Su invitado fue Pablo Guerra. Noble y Guerra fueron compañeros de ruta mientras existieron los Caballeros de la Quema.
El teatro estalló cuando tocaron Hasta estallar, y yo pensé qué linda época fue esa que yo no conocí, porque los Caballeros se separaron antes de que me dejaran ir a recitales de rock.
Luego de este recuerdo, sigo disfrutando del presente. Hasta allí llega mi nostalgia.

Tuve la ocasión de hablar con fanáticos más ¿fervientes? que yo; personas que no están conformes con la disolución de la banda. Siguen reclamando la re-unión. Algunos de ellos me llegaron a decir
- Hay que romper las pelotas para que vuelvan... ¡los Caba tienen que saber que su público quiere que estén juntos!
Yo respondí
- ... pero no podemos obligarlos... son adultos, ¿no?
- Sí, pero somos su público. Y queremos que vuelvan.

Hay un libro de Stephen King (y hay una película basada en ese libro) llamado/a Misery que trata de lo siguiente: un escritor sufre un accidente en medio de una tormenta de nieve. Quien lo rescata es su fanática número uno. Resumo: la mujer lo mantiene prisionero en su casa y lo obliga a escribir una determinada novela. No voy a contar el final.

Lo más cerca que estuve del mundo de la música fue ser parte del coro de mi escuela; aún así, me parece que la música y todo aquéllo que tenga un costado pasional no puede funcionar así, por obligación. Y de todos modos, si los Caballeros de la Quema o quien fuere decidieran volver, tendrían que considerar que el tiempo no es lineal ni los años insensibles, y los hombres que una vez fueron ya son, conjeturo, un poco distintos.

Y me gusta que las personas que permanecen junto a mí permanezcan porque así lo desean y no porque tienen los tobillos quebrados, y esto abarca a los amores de mi vida, a mis músicos favoritos y a los lectores de El arcángel mirón, entre otros.

28 noviembre, 2006

Todo por dos pesos

Me bajo en la estación de Lomas y empiezo a caminar.

Los Todo por $2 anuncian la proximidad de la Navidad vendiendo arbolitos, bochas y demás cosas navideñas. En la santería hay una oferta: comprando el pesebre completo, te llevás al Niño Jesús de regalo. Rechino mis dientes y sigo a paso lento.

Llego a la casa que arregla cosas electrónicas y le comento al recepcionista
- Traje mi reproductor de dvd porque no lee.
El cliente que estaba al lado mío bufa, mira su propio reproductor de dvd, mira a su mujer y le dice
- Te dije que estas cosas son una mierda...

Desandando el camino me cruzo con el rollinga más hermoso del mundo que me mira como sin saber que es el rollinga más hermoso del mundo y eso hace que sea más hermoso. Paradojas de la vida.
Me detengo a comprar sahumerios en lo de una china que me da una bolsita y con una sonrisa extralarge me invita a elegirlos yo misma. A ver. Veinte por $1 o cincuenta por $2; como soy un lince para los negocios, agarro cincuenta sahumerios de coco y vainilla (me gusta que mi casa parezca un bizcochuelo aunque sea olfativamente) mientras escucho cómo la vendedora desafina en chino al hacer la segunda voz de un rock chino que pasan por su radio china.

Me subo al ciento sesenta y veo que es uno de esos que tienen el servicio de Infotrans. En la pantalla aparece:

Graffittis:
"Lo que mata no es el cigarrillo sino el cenicero" (Huberto Roviralta)
"¿Y si hago dedo?" (ET)


Por fortuna, se quedan sin graffittis y le llega el turno a las noticias de anteayer.
Mi mamá me contó una adivinanza que leyó en el Infotrans el otro día:

En invierno me buscan porque doy calor, y en verano me guardan porque molesto

Respuesta: la estufa eléctrica.

Mejor me pongo a pensar en el rollinga.

25 noviembre, 2006

¡Ah, pero acá somos tan finos que hasta las carnicerías están alfombradas!

Cuando yo era chica, en mi barrio no abundaban los locales de ropa. No era (ni es) un barrio comercial. El único negocio del rubro textil era una boutique muy paqueta; tanto el suelo como el piso de la vidriera estaban alfombrados, lo que le daba al comercio un seductor aire de elegancia.
Con los años se abrieron más locales de ese estilo en barrios cercanos. La boutique de mi calle dejó de ser novedad y finalmente cerró.

Tiempo después, alguien alquiló la tienda y puso una carnicería. La vidriera que antes exhibía vestidos caros comenzó a exponer pollos y lechones.
Como si no fuera suficiente, el carnicero llamó a su negocio La última esperanza.

Todavía no tengo claro cuál fue el motivo principal por el que La última esperanza fracasó a un mes de haber abierto. Tal vez fue que la gente no quiso comprar carne en una carnicería cuyos pisos cubiertos con refinadas alfombras sugerían mugre altamente insalubre, o tal vez sucedió que el nombre de dicha carnicería obligaba a imaginar que el carnicero sufría de algo contagioso.

A la distancia, pienso que quizás el pobre carnicero no era carnicero de alma sino porque no le quedaba otra alternativa, como esto que cuenta Alejandro Dolina (me enorgullece con vanidad infantil saber que mis nietos le contarán a sus hijos que su abuela fue contemporánea de Dolina) y que tituló Instrucciones para abrir el paquete de jabón Sunlight:

-Trabajo realizado por Manuel Mandeb por encargo de la agencia de publicidad Vivencia.


1) Busque la flecha indicadora.


2) Presione con el dedo pulgar hasta que el cartón del envase ceda.


3) Disimule. Soy un joven escritor que no tiene otra ocasión que ésta de conectarse con las muchedumbres. Usted finja que sigue abriendo este estúpido paquete y yo le diré algunas verdades.


4) Los vendedores de elixir nos convidan todos los días a olvidar las penas y mantener jubiloso el ánimo. El Pensamiento Oficial del Mundo ha decidido que una persona alegre es preferible a una triste.


5) La medicina aconseja cosmovisiones optimistas por creerlas más saludables. Al parecer, la verdad perjudica la función hepática.


6) Viene gente. Siga la línea de puntos en la dirección indicada por la flecha.


7) Escuche bien porque tenemos poco tiempo: la tristeza es la única actitud posible que los compradores de este jabón pueden adoptar ante un universo que no se les acomoda. Toda alegría no es más que un olvido momentáneo de la tragedia esencial de la vida. Puede uno reírse del cuento de los supositorios, pero éste es apenas un descanso en el camino. Uno juega, retoza y refiere historias picarescas, solamente para no recordar que ha de morirse. Ese es el sentido original de la palabra diversión: apartar, desviar, llamar la atención hacia una cosa que no es la principal.


8) Conversar acerca de estos asuntos es considerado de la peor educación. Los comerciantes se escandalizan, las personas optimistas huyen despavoridas , los maximalistas declaran que la angustia ante la muerte es un entretenimiento burgués y los escritores comprometidos gritan que la preocupación metafísica es literatura de evasión. Al respecto, mientras le recomiendo que no deje el paquete de jabón al alcance de los niños, le juro que todo lo que se escribe es de evasión, menos la metafísica: las noticias políticas, los libros de sociología, los horarios del ferrocarril, los estudios sobre las reservas de petróleo, no hacen más que apartarnos del tema central, que es la muerte.


9) Calcule 100 gr. de jabón por cada kilo de ropa sucia.


10) Cuánto más inteligente, profunda y sensible es una persona, más probabilidades tiene de cruzarse con la tristeza. Por eso, las exhortaciones a la alegría suelen proponer la interrupción del pensamiento: "es mejor no pensar...". Casi todos los aparatos y artificios que el hombre ha inventado para producir alegría suspenden toda reflexión: la pirotecnia, la música bailable, las cantinas de la Boca, el metegol, los concursos de la televisión, las kermeses.


11) Separe la ropa blanca de la ropa de color. Y entienda que la tristeza tiene más fuerza que la alegría: un hombre recibe dos noticias, una buena y una mala. Supongamos que ha acertado en la quiniela y que ha muerto su hermana. Si el hombre no es un canalla, prevalecerá la tristeza. El premio no lo consolará de la desgracia. Byron decía que el recuerdo de una dicha pasada es triste, mientras que el recuerdo de un pesar sigue siendo pesaroso.


12) No mezcle este jabón con otros productos y no haga caso de los sofistas risueños. Tarde o temprano alguien le dirá: "Si un problema tiene solución, no vale la pena preocuparse. Y si no la tiene, ¿qué se gana con la preocupación?". Confunde esta gente las arduas cuestiones de la vida con las palabras cruzadas. La soledad, la angustia, el desencuentro y la injusticia no son problemas sino tragedias, y no es que uno se preocupe sino que se desespera.

Lloraba Solón la muerte de su hijo.

Un amigo se acerca y le dice:

-¿Por qué lloras, si sabes que es inútil?

-Por eso- contestó Solón- porque sé que es inútil.


13) No está tan mal ser triste, señora. El que se entristece se humilla, se rebaja, abandona el orgullo. Quien está triste se ensimisma, piensa. La tristeza es hija y madre de la meditación. Participe del concurso "Vacaciones Sunlight" enviendo este cupón por correo.


14) Ahora que se fue el jabonero, aprovecharé para confesarle que suelo elegir a mis amigos entre la gente triste. Y no vaya a creer el ama de casa Sunlight que nuestras reuniones consisten en charlas lacrimógenas. Nada de eso: concurrimos a bailongos atorrantes, amanecemos en lugares desconocidos, cantamos canciones puercas, nos enamoramos de mujeres desvergonzadas que revolean el escote y hacemos sonar los timbres de las casas para luego darnos a la fuga. Los muchachos tristes nos reímos mucho, le aseguro. Pero eso sí: a veces, mientras corremos entre carcajadas, perseguidos por las víctimas de nuestras ingeniosas bromas, necesitamos ver un gesto sombrío y fraternal en el amigo que marcha a nuestro lado. Es el gesto noble que lo salva a uno para siempre. Es el gesto que significa "atención, muchachos, que no me he olvidado de nada".


NOTA: Las instrucciones para abrir el paquete de jabón Sunlight fueron rechazadas.

23 noviembre, 2006

Cine Arte o El traje nuevo del emperador

Una de las películas francesas que vi trata de una escritora sesentona que, para inspirarse, va a pasar una temporada a la casa de fin de semana de su editor. Lo que ella no sabe es que la hija de éste también decide utilizar la casa.
Se llevan mal desde el principio. La escritora busca concentración y la chica, de innegable belleza, busca diversión. Cada noche sale y regresa al amanecer con algún hombre con el que tiene sexo (la chica aparece desnuda casi toda la película); yo miro a esos hombres y pienso que, en la vida real, sería muy improbable que esa joven eligiera a ellos y no a otros más acordes con su juventud y belleza.
Ella se enamora de uno de esos sujetos (se enamora del que viene a ser el galán de la película). Pero él se enamora de la escritora sesentona. Y no me acuerdo si la escritora sesentona se enamora del galán o de la chica. O de ambos, tal vez.
Al final, la chica lo mata y la escritora lo entierra en el jardín, me parece.
Y más al final, se descubre que la hija del editor no era esa chica, sino otra; entonces ¿quién era la intrusa?
Ahí termina.
¡Ah! El título es La piscina.

Si esta película fuera argentina, la chica, la escritora y el galán serían Luisana Lopilato, María Leal y Daniel Fanego (luego de haber bebido diez litros de ese líquido que se le pone a la ropa al plancharla) y los amantes de la chica serían Gogó Andreu, Emilio Disi y José María Listorti (y soy generosa). Si La piscina fuera argentina, sería catalogada como una de las peores películas nacionales.
Pero es francesa y en Blockbuster la podemos encontrar en la sección Cine Arte.

Hay un cuento infantil que se llama El traje nuevo del emperador y habla de un soberano vanidoso y ególatra, que gastaba el dinero del reino en vestidos exquisitos. Uno de los pillos del pueblo se hace pasar por sastre y le ofrece hacerle un traje con una tela tan exótica que es "invisible e intocable para la gente común; sólo los inteligentes pueden verla". El emperador no quiere admitir que él no puede ver ni tocar esa extraña tela. "Oh, es hermosa - dice - quiero un traje hecho con ese lienzo". Cuando el vestido está terminado, el vanidoso emperador sale al balcón del palacio para que sus súbditos lo admiren. Nadie quiere parecer tonto; todos dicen "Majestad, su nuevo traje es magnífico". Todos lo dicen, excepto un muchacho muy joven, que grita en la multitud: "Pero... ¿qué dicen? ¡El emperador está completamente desnudo!". Y ya que uno se animó, poco a poco todos admiten que no pueden ver la tela. Y el emperador tuvo que admitir que no puede ser que en su reino no haya un sólo hombre inteligente, y que lo engañaron astutamente.

Entonces pienso que es posible que películas como La piscina sean juzgadas como excelentes; pienso que los jueces no la entendieron o les pareció tan mala, al punto de resultar increíble, que les dio vergüenza decirlo en voz alta.
Pero también pienso que yo no soy experta en cine y que La piscina tal vez tiene cosas que yo no logro captar y que hay cosas que existen aunque yo no las vea ni las toque.

Y tal vez Un oso rojo sí es Comedia, como opina la gente de Blockbuster.

22 noviembre, 2006

Otra noche en ese extraño mundo colateral

Soñé que me había ido de vacaciones, o eso parecía. Tal vez era un fin de semana largo. Estaba en lo que, supongo, era un hotel. En el recibidor de un hotel. Revolvía mi valija abierta, buscando con apuro mi traje de baño (creo). Había un hombre viejo, de pelo largo, que hacía artesanías: pulseras, collares. Yo pasé por su costado y me paré en la puerta de un ascensor que a la vez era la puerta de un tren o un subte. Me paré ahí porque al lado de la puerta, sentado en una banqueta alta, sin respaldo, estaba Keith Richards. Me agarró de la mano y hablamos un rato.

De la nada, aparecí en un jardín. Sobre el pasto alguien había puesto una mesa. Arriba de la mesa estaba mi tortuga, pariendo tortuguitas. Tuvo tres.

Me desperté.

Siempre será curiosa la sensación: no puedo creer que no haya sido cierto.

20 noviembre, 2006

Despabílate, amor

Ayer vi Chicago, película con Renée Zellweger y Catherine Zeta-Jones como protagonistas.

Renée Zellweger interpreta a una mujer que asesina a su amante luego de enterarse que éste le mintió, que no puede convertirla en una estrella de las tablas. Ella está casada con un hombre cuya característica más marcada es una pasividad de sobremesa de domingo. El tipo es un perdedor sin más voluntad que la de hacer todo lo que ella le pide. El tipo está siempre, ahí donde ella necesite un cordero que se sacrifique en su honor. Es una de esas personas de quienes se dice "... es tan bueno...". Y sufre mucho.
Me resultó fácil simpatizar con el pobre infeliz.

Es decir, me resultó fácil durante un minuto; luego recordé (qué cosa bárbara, la memoria disparadora) una película de Woody Allen en la que un hombre engaña a su mujer (una de esas mujeres perfectas) y cuando ella lo descubre él le dice
- Es que es muy difícil ser feliz con alguien que nunca necesita nada.

Luego recordé este poema temperamental de Julio Cortázar:

No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que
vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni
guante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforos y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.


Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
lo que nadie te pide: las espinas
hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.



Y ya no me simpatizó sino que pensé que se joda, por nunca necesitar nada.

18 noviembre, 2006

¡El amor y la paz es basura hedionda, loco!

Me contó Andrea que vio a Pipo Cipolatti en Tribunales. Parece que iba a declarar. Me contó, también, que tenía puesta una remera con la leyenda LA JUSTICIA APESTA.

Yo supongo que el músico quería decir: LOS JUECES Y LOS ABOGADOS ME ESTAN COMPLICANDO LA VIDA, A MI, QUE SOY UN ROCKERO REBELDE Y TEORICAMENTE NO TENGO QUE RENDIRLE CUENTAS A NADIE, Y POR ESO VENGO A TRIBUNALES CON ESTA REMERA, PARA QUE QUEDE BIEN CLARO QUE OPINO QUE APESTAN, pero se ve que tanta rebeldía no entra en una prenda de vestir, y tuvo que abreviar.

14 noviembre, 2006

Lecturas para niños (defensa contra las artes oscuras)

Estoy leyendo uno de mis libros favoritos. Debe ser la cuarta vez que lo leo. El argumento es:

Un hombre de ambiciones ruines se convierte en el caudillo de los que son casi como él. Este hombre, hambriento de poder, está convencido de que las personas de sangre mezclada son inferiores y deben morir. Sólo son dignos de vida los de linaje puro y antiguo... siempre y cuando no se opongan a sus planes. Este hombre alimenta su poderío con la colaboración de asesinos y torturadores que trabajan bajo sus órdenes. El pais entero está tan aterrado que nadie se atreve, ni siquiera, a mencionar su nombre. Así están las cosas (y así van empeorando de a poco) cuando ocurre un imprevisto y el caudillo no sólo pierde todo su poder sino que la mayoría lo da por muerto.
Los años que siguieron fueron de increíble calma. La paz y la tranquilidad habían regresado.

Catorce años después de la caída del tirano, un adolescente alarma a todos con una terrible noticia: no sólo no murió el odiado y temido tirano sino que está recuperando su antiguo poder; por el momento, se maneja en las sombras. Reúne a sus antiguos ayudantes y se dispone a atacar cuando todos estén con la guardia baja.
Pero nadie escucha a un adolescente que, dicen algunos, está trastornado. Tampoco escuchan a la única persona que lo apoya, un viejo que, dicen algunos, está senil. La verdad es que la época pasada fue tan terrorífica que la gente no quiere creer que tamaño infierno pueda repetirse.
Al gobierno no le gustan los rumores que corren. Esos rumores complican la paz que tanto les llevó construir. Y como el adolescente subversivo intenta convencer a sus compañeros de colegio, el gobierno se mete en la escuela a modificar reglas y a silenciar a los profesores.


No voy a contar el final porque no me interesa arruinarles el suspenso y porque no lo conozco. Este libro cuenta con siete tomos y yo leí seis.
Pero si un niño de diez años lee este libro, les va a contar que trata de " un chico que se llama Harry Potter y que es mago. Va a un colegio de magos. Juega a un deporte que se juega sobre escobas voladoras y que se llama Quidditch. Sus mejores amigos son Ron y Hermione, y... ".
Y lo que me maravilla es que ambas versiones, la mía y la del supuesto niño, son válidas y ciertas.

Y hablando de lecturas para niños, aquí les dejo el link (copien y peguen) para que lean un cuento de Elsa Bornemann titulado Un elefante ocupa mucho espacio:

http://www.suteba.org.ar/inicio.php?tipo=notadb&seccion=4&idnota=1221&idcat=20

11 noviembre, 2006

Los patrones del barrio

La parada del ciento sesenta está al lado de la parrilla en la que paran el negro y el marrón, dos perros patrones del barrio que patotean a Pepo cuando lo saco a pasear.

Mientras espero el colectivo, veo que el negro duerme una siesta post-huesosdeasado a la sombra del palo de luz de la parada. El marrón, en cambio, refresca su garganta tomando agua de la zanja. ¿Tanto les cuesta ponerles un tacho con agua limpia?, pienso, refiriéndome a los tipos de la parrilla. En ese momento, el marrón levanta la vista y me mira. Tal vez muchos de ustedes se rian al leer esto, pero el perro ese tiene mirada de persona. Sí, de persona endurecida, envejecida. Y me mira con dignidad. O sea: toma agua de la zanja, pero me mira con dignidad. Es difícil de explicar y supongo que debe ser más difícil de entender si no lo vieron.

Por suerte, ahí viene el colectivo.

09 noviembre, 2006

Me pongo el sombrero como me da la gana

Me gusta este credo de Walt Whitman:

¿Quién va allí?
Grosero, hambriento, místico, desnudo... ¡quién es aquél?
¿No es extraño que yo saque mis fuerzas de la carne del buey?
Pero ¿qué es el hombre en realidad?
¿Qué soy yo?
¿Qué eres tú?

Cuanto yo señale como mío,
Debes tú señalarlo como tuyo,
Porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras.
Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es mas que cieno y
podredumbre,
no me puedo parar a llorar.
Los gemidos y las plegarias adobadas con polvo para los inválidos;
y la conformidad para los parientes lejanos.
Yo no me someto.
Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como me da la gana.

¿Por qué he de rezar?
¿Por qué he de inclinarme y suplicar?

Después de escudriñar en los estratos,
después de consultar a los sabios,
de analizar y precisar
y de calcular atentamente,
he visto que lo mejor de mi ser está agarrado de mis huesos.

Soy fuerte y sano.
Por mi fluyen sin cesar todas las cosas del universo.
Todo se ha escrito para mi.
y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras.

Soy inmortal.
Sé que la órbita que escribo no puede medirse con el compás de un
carpintero,
y que no desapareceré como el círculo de fuego que traza un niño en la
noche con un carbón encendido.
Soy sagrado.
Y no torturo mi espíritu ni para defenderme ni para que me comprendan.
Las leyes elementales no piden perdón.
(Y, después de todo, no soy mas orgulloso que los cimientos desde los
cuales se levanta mi casa.)

Así como soy existo. ¡Miradme!
Esto es bastante.
Si nadie me ve, no me importa,
y si todos me ven, no me importa tampoco.
Un mundo me ve,
el mas grande de todos los mundos: Yo.
Si llego a mi destino ahora mismo,
lo aceptaré con alegría,
y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos, esperaré...
esperaré alegremente también.
Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito
y me río de lo que tu llamas disolución
por que conozco la amplitud del tiempo.

08 noviembre, 2006

Cuando en el mundo ya no quede nada

Voy viajando desde mi Lanús hasta Tigre y no puedo creer que Buenos Aires sea aún mucho más grande que eso que veo.

No conozco otros lugares. No salí, todavía, de esta ciudad bruja. No puedo, entonces, compararla con otras.

Sin embargo, no hace falta que me ausente para notar que Buenos Aires es algo raro. Tiene algo de diva, no hay dudas. Las divas se caracterizan por ser inalcanzables, seductoras, un tanto frías; yo paseo por Florida y siento ese humo abrumador y no siempre agradable.
Después me interno en algún barrio de provincia o del sur de Capital y la diva desaparece para dejar paso a la parte trasera de un escenario que se mantiene en pie como puede (hermoso a veces, destartalado otras veces) gracias a los esfuerzos de los utileros. Y no siempre es desagradable.

Pero voy a dejar que lo expliquen aquellos que lo hacen mejor. Páez y Sabina cantan Buenos Aires:

En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes,
en la esquina, inventan una solución.
En Buenos Aires todo vuela, la alegría,
la anarquía, la bondad, la desesperación.
Y Buenos Aires es un bicho que camina,
ensortijado entre los sueños y la confusión.
En Buenos Aires descubrí que el día
hace la guerra, la noche el amor.
En Buenos Aires leo, fumo, toco el piano
y me emborracho solo en una habitación.
En Buenos Aires casi todo ya ha pasado
de generación en degeneración.
Y Buenos Aires come todo lo que encuentra
como todo buen Narciso, nadie como yo.
Pero el espejo le devuelve una mirada
de misterio, de terror y de fascinación.
Buenos Aires, buenos aires,
buenos aires para vos.
En Buenos Aires toca Charly en un biloche
planetario, es alto y voluptuoso.
En Buenos Aires llega un punto en que ya nada
vale nada y todo vale nada.
En Buenos Aires nos acechan los fantasmas
del pasado y cada tango es una confesión.
Cuando en el mundo ya no quede nada,
en Buenos Aires la imaginación.
Es una playa macedónica tan cierta
y tan absurda viven Borges, Dios y el rock and roll.
En Buenos Aires viven muertos, muertos viven
y no quiero más tanta resignación.
Yo quiero un barrio bien canalla, bien sutil
y bien despierto, supersexy,
quiero una oración
que nos ayude a descorrer el velo
y que termine la desolación.
Buenos Aires, malos tiempos
para hacerte una canción.
En Buenos Aires los amigos acarician
y los enemigos tiran a matar.
En Buenos Aires, San Martín y Santa Evita
montan una agencia de publicidad.
En Buenos Aires, la política… que falta
de respeto, que atropello a la razón.
En Buenos Aires, el fantasma de la ópera
camina solo por Constitución.
En Buenos Aires tengo más de lo que quiero
pero lo que quiero nadie me lo da.
En Buenos Aires hay un Falcon pesadilla
en el museo de cera de la atrocidad.
En Buenos Aires falta guita pero sobran
corazones condenados a latir.
En Buenos Aires amanezco, resucito,
me defiendo a gritos, quiero ser feliz.
En Buenos Aires cuando hablamos de la luna
solo hay una: la del Luna Park.
En Buenos Aires he perdido mil batallas
pero hay una guerra que pienso ganar.
Buenos Aires.
En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes,
en la esquina, inventan una solución.
(cuando en el mundo ya no quede nada)
en Buenos Aires todo vuela, la alegría,
la anarquía, la bondad, la desesperación.
Todas las noches sale el sol
todos los días vuelve el sol.

07 noviembre, 2006

Herida por un sable sin remache

Y estoy rezando
por los corazones desesperados
esta noche


Aerosmith


Hace unos meses quise comprarme una remera de Aerosmith.
Entré a la Bond Street y me llegó un aire a Miranda! que venía de todos los rincones. Entré a un local de remeras, pedí lo que quería, y el vendedor me miró con cara de "¡ey, Marty Mc Fly, Woodstock pasó hace rato!". Huí de allí y me metí en el local de al lado.
- ¿Tenés remeras de Aerosmith?
- No, pero tengo de Babasónicos - me contestó la vendedora.
Luego del estupor inicial, imaginé al cantante de Aerosmith, Steven Tyler, cantando "estoy mirando a tu novia ¿y qué?", y mientras deambulaba entre la depresión y la hilaridad me pregunté: "¿Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón?". Como soy incurablemente optimista, seguí mirando vidrieras que disparaban remeras con la leyenda Es la guitarra de Lolo en su torso.
De Aerosmith, una banda prestigiosa con más de treinta años de carrera, ni noticias.

Esta semana volví. Tal vez trajeron remeras de Aerosmith, pensé rebalsando ingenuidad.
En el primer local que entré había un perchero con remeras colgando. De la primera percha colgaba una remera azul con el dibujo de una muñeca decapitada. De la segunda, una remera verde con el mismo dibujo de la muñeca decapitada. De la tercera, una remera blanca con el mismo dibujo de la muñeca decapitada.
Fui al local de al lado. De la primera percha colgaba una remera rosa con el dibujo de una muñeca tuerta. Sabés cómo tengo las pelotas... diría Pepe Argento.

Caminé un poco más; vi un negocio que no tenía signos de muñecas decapitadas y entré. De las perchas colgaban remeras rosa con dibujos de corazoncitos y florcitas y estrellitas y, en el centro, una foto de Carlos Monzón. Sí, el boxeador. No, no lo soñé. No, no ingiero alucinógenos.

Seguí caminando. Entré al último local. Era minúsculo. De la primera percha colgaba una remera con la leyenda Soy puta en el frente. De la segunda, una remera con la cara del Che Guevara y la leyenda Hasta la victoria siempre debajo. Con mucho cuidado para no vomitar encima de la foto del guerrillero, huí de allí continuando la canción que había empezado meses atrás en el mismo lugar: "Vivimos revolcaos en un merengue, y en el mismo lodo, todos manoseaos...".

Recordé lo que dijo Dolina (si nos espera el olvido, tratemos de no merecerlo), sentí vértigo de lo rápido que pasa todo... y vi el vaso medio lleno: las modas, efímeras y sádicas, logran que hombres como Enrique Santos Discépolo conquisten la atemporalidad. Lujo inmenso del que no podrán jactarse las muñecas decapitadas.

04 noviembre, 2006

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No! ¡Es Súperman... o Batman!

- ¡Ah, ahí está!... Permiso... permiso... correte nene... ¡Spiderman... hola!
La escena se repetía noche tras noche en el centro de San Clemente. Carla divisaba el trencito infantil, se abría paso entre la multitud de niños veraneantes y saludaba a su superhéroe como si se tratara de un deber moral. Es decir: Carla no seguía camino hasta que Spiderman no le decía
- Ah, qué hacé.
Porque, repito, la situación era la misma todas las noches.

Por su parte, H. me contó que cuando era chiquito, de cinco años más o menos, vio en la Costa a Súperman y se emocionó tanto que le encargó a su tía que le llevara un disfraz igualito al de su héroe. Ahora viene la parte dramática: años después, en una convención de cómics, la madre de H. vio al presunto Súperman de la infancia de su hijo... ¡vestido de Batman!... "¿Entendés cómo es la cosa?... Ésa es la vida del tipo... su vida es un cómic!!" me siguió contando mi amigo, angustiado.
Yo no le dije nada porque no lo quiero traumar más, pero creo que por los tiempos que corren, a esta altura su Súperman/Batman debe ser también Chicken Little o uno de los Tele Tubbies...

Yo no tengo un superhéroe. Carla tiene a Spiderman y H. tiene a Súperman/Batman/Bob Esponja. ¿Pero yo? Lo máximo que tuve fue una careta del Pájaro Loco, cuando era chica. Y leía las historietas de Patoruzito, pero el indio cayó en decadencia apenas hicieron esa película animada en la que Isidorito tiene voz de borracho y una bruja tiene voz de Norma Aleandro.
Tengo que causar una superheroína ( "voy a causar un tigre", escribió Borges).
Ya tengo en mente cómo es la cara que mi heroína mostrará al mundo cotidiano; así como Súperman era un tímido Clark Kent, ella tendrá aspecto intelectual... una miopía avanzada también puede ayudar al camuflaje. A simple vista parecerá una chica seria y responsable, para no levantar sospechas.

Definitivamente, ésa es la imagen que ella mostrará al mundo.

02 noviembre, 2006

De vez en cuando la vida nos besa en la boca, canta Serrat

Hoy volví a pasar por la vereda sobre la que hace dos años me paré a hablar con Iván Noble.

Pero voy a empezar por el principio.

Un día de hace diez años, mi mamá me dijo
- Anoche con Petinato estuvieron unos tipos, una banda de rock que la vi escrita en alguna pared... los Caballeros de la Quema, creo... no, pero no sabés qué buenos... el tipo que canta es uno muy lindo, de rulos y pelo largo, con una voz baja y el ceño fruncido... y cantaban una canción que decía saliendo a ver qué pasa en el barrio... una letra rara... vas a ver, Gilda, escuchálos, te van a gustar.
Yo tenía trece años y una persona de trece años no le hace caso a su madre cuando ésta le recomienda escuchar una banda de rock. Así que yo ni bola.
Meses después oí como de pasada, en la radio, una canción que decía malvenido, campeón, a este cementerio. Me gustó esa frase. En esa época yo empezaba a enamorarme de las palabras y de todo lo que se puede hacer con ellas, y que unos tipos dijeran "malvenido" en vez de "bienvenido" me parecía bárbaro. Me enteré que esos tipos eran los mismos que le habían llamado la atención a mi vieja, y decidí darles crédito. Aníbal (no el que fabrica castillos inflables en la Unidad Básica Peronista sino mi compañero de primaria) me prestó La paciencia de la araña. Los escuché y los amé para siempre.

No soy cholula. Puede pasar a mi lado el hermoso galán del momento y estaré lejos de enloquecer de pasión. Pero si se trata del hombre que escribe como me gustaría escribir a mí, la cosa cambia.
Yo acababa de rendir muy bien el final de Medicina Deportiva; estaba en el kiosco de al lado del Círculo de Periodistas, tomando mate con la kiosquera. De golpe, Claudia y Marilyn me avisan que Iván Noble había pasado por la puerta y que debía estar llegando a la esquina, que si corría podía alcanzarlo. Horrorizada y trémula, contesté que yo no iba a correr a ningún hombre, por más Noble que sea. "Aparte, dicen que es antipático... mirá si me trata mal... ¿qué hago?". Siempre fui afortunada; por suerte, a mis compañeros no les importó mi terror. El Chape Edul me agarró del brazo, me obligó a caminar y me dijo
- Le vas a dar un beso y te vas a sacar una foto.
- No tengo cámara - contesté.
- Yo sí - acotó Mazzu, mientras me mostraba su digital. Parecía una película cursi.
Encontramos a Noble a la vuelta de la esquina. Tenía el ceño fruncido.
- Iván... ella te quiere saludar - dijo el Chape, señalándome.
En una de las acciones más acertadas de mi vida, me acerqué cautelosa, suponiendo que no debe resultar cien por ciento encantador ser conocido por un desconocido; en vez de colgarme de su cuello y gritarle cuánto lo admiro, le dije "hola" y le di la mano. Creo que se sorprendió. Hablamos unos minutos, Mazzu nos sacó una foto que amo y, al despedirnos, extendí mi mano para que Noble la estreche pero (de vez en cuando la vida toma conmigo café, canta Serrat) él la rechazó y me abrazó.

Encima, el viernes 24 toca en el Ateneo y conseguí primera fila de superpullman, tal como quería.
De vez en cuando la vida se nos brinda en cueros, canta Serrat.