29 abril, 2007

Tu ronca maldición maleva

Se habla con asiduidad de un tipo de mujeres capaces de resquebrajar el cemento; a estas mujeres se las conoce como mujeres fatales. Las féminas que no poseen esa cualidad suelen temerles por su poder (muchas veces inevitable) de demolición. Y aunque hablen pestes de ellas, yo creo que todas, en algún momento de nuestras vidas, deseamos ser Salomé y no María.
En sentido contrario y como si no existieran, nunca jamás se hace mención a los intensos y terribles hombres fatales.
Para reparar esa injusticia, voy a hablar de Semilla Resonante Amarilla.

Conocí a Semilla hace poco más de dos años y el choque fue casi instantáneo: la época áspera vino antes de nada y así nos manejamos durante mucho tiempo (para una persona de veinte años, un año es mucho tiempo). Luego la piel seca se partió y Semilla empezó a caerme bien con una empatía que yo nunca había imaginado posible. No es que fuéramos parecidos; él tenía y tiene un modo muy privado de relacionarse con su soledad, un modo muy para adentro, como si dijera un momento, de esta línea hacia acá soy yo conmigo, respetá ese límite y en ese modo de individualismo me veo reflejada. Sacando eso, no nos parecemos. Sin embargo siento hacia Semilla un respeto muy grande, tal vez basado en esa costumbre inquietante y tan suya de decir lo que sabe que va a arder en la mente del otro (sea quien sea el otro) y frente a la que mi diplomacia natural sonríe con un dejo de admiración. Y en ese momento no lo sabía pero ahora sí: el respeto y el curioso afecto que me despierta nació en la antigua época áspera. Era como si una parte mía, dormida, pensara que si tenía que elegir a alguien a quien chumbarle de lejos, quería que ese alguien fuera alguien digno, alguien como Semilla.
A veces, cuando pienso en él, pienso que lo que lo mueve es un fuego salado y contagioso.
En Memorias de mis putas tristes, García Márquez dice
... era fácil imaginar el poder de demolición que debía tener en la penumbra...
y recuerdo que cuando leí eso pensé que esa frase explicaba a la perfección cómo es Semilla.
Mejor dicho, explicaba a la perfección la imagen que yo tengo de Semilla, porque la verdad es que él y yo no somos amigos, no somos amantes, no somos nada.

Aunque debe ser una nada bastante importante. De no ser así, no me explico qué hago yo escribiendo sobre él.

25 abril, 2007

Las fieras domadas

Afuera llovía con paciencia y hacía frío. La estética de la calle estaba dominada por la gama de los grises. Era un sábado con cara de domingo.
Entonces, digno de su nombre, Salvador empuñó un disco de Camarón y todo lo gris quedó desmentido.

Recuerdo el dibujo animado del demonio de Tazmania; él destrozaba todo a su paso hasta que alguien sacaba un violín de algún lado y lo hacía sonar: el feroz demonio escuchaba la música y se convertía en un cachorrito dulce y domado.
No todas mis fieras privadas tienen colmillos; alguna se disfraza de lluvia paciente. Otras adoptan la forma de malhumor corrosivo o tristeza hueca y húmeda.

Escoge una banda / artista y responde sólo con títulos de sus canciones:
Joaquín Sabina
¿Eres hombre o mujer?
Eva tomando el sol
Descríbete a ti mismo
Yo quiero ser una chica Almodóvar
¿Qué sienten las personas acerca de ti?
Cómo decirte, cómo contarte
¿Cómo te sientes de ti mismo?
Zumo de neón
¿Cómo describirías la relación con tu exnovio / exnovia?
Y sin embargo
Describe la relación con tu actual novio / novia o pretendiente
Yo también se jugarme la boca
¿Dónde quisieras estar ahora?
A la orilla de la chimenea
¿Cómo eres con respecto al amor?
De purísima y oro
¿Cómo es tu vida?
Una de romanos
¿Qué pedirías si tuvieras un sólo deseo?
Seis tequilas
Escribe alguna cita o frase sabia
Jugar por jugar
Ahora despídete
Con lo que eso duele

Mis fieras son camaleones. No se cuál me tocará hoy.
Pero qué alivio es siempre tener un poco de música para acunarlas, un poco de música para que se sueñen dulces y sin colmillos.

23 abril, 2007

Ponte el moño apretao, sirena

17 abril, 2007

Encendiendo sus lámparas

Julio Cortázar escribió:

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz, te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz, voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas que dormían en la lluvia. No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano, porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fábula, y los gestos, esa arquitectura de la nada, encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro. Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo, pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa. Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es también la luna y el espejo, busco esa línea que hace temblar a un hombre en una galería de museo. Además te quiero, y hace tiempo y frío.

Yo tenía pensado ponerme a escribir algo acerca de la imposibilidad de conocer la totalidad, la suma de todas las cosas que forman a una persona, pero entonces releo eso que dice, eso de arquitectura de la nada y pienso que mejor dejo el debate para otra ocasión, que mejor busco las sumas, que aunque no me de la cifra exacta no importa, porque ahí estará el azúcar de la fábula y lo que sea que viene detrás de tu mano.

13 abril, 2007

Espejismo Púrpura Medieval

En el post anterior hablé de palabras que funcionan como clavos y maldiciones. Sería injusto dejarlo ahí, cuando hay palabras que me enamoran así, sin contexto que las ampare.
Es decir: todo depende de todo pero hay palabras que me gusta pronunciar más allá de su significado. Como si tuvieran una vida secreta (hay una película con ese título... debo verla) al margen de su alrededor, de sus emisores, de sus receptores y de sus mensajes.

(Magenta frondoso jolgorio jacarandá timón liturgia chimenea águila mazorca chiringuito crisálida cromo volátil pampero sanguíneo vodevil fresia guinda jabalina fantoche consuelo apapacho pétreo deidad esquirla redención ocaso temple leonino salero barro catalán ginebra duna claroscuro malbec moflete arena islote presagio sombra terciopelo tauromaquia mandoble tridente mediterráneo laberinto bronce valkiria fuego macondo pirámide golondrina riacho latente cobijo nativo escarabajo primitivo luciérnaga).

Así que te advierto, por si no entendés: si alguna vez te miro con ojos desnudos y te digo algo como
- Melaza penumbra inquebrantable...
es que un te quiero con toda mi esencia ya me queda chico.

10 abril, 2007

Crónica de una traición anunciada

En una noche trágica de hace dos mil años, Jesús miró a sus apóstoles y les dijo
- Antes de que cante el gallo, uno de ustedes me traicionará.
Antes de que cantara el gallo, el famoso Judas lo delató ante quienes lo buscaban para asesinarlo. Jesús fue capturado y crucificado.

En mi barrio vive una mujer muy vulgar que no tiene pudor a la hora de pararse en mitad de la calle a gritar groserías y bromas subidas de tono y de muy mal gusto. Sus víctimas suelen ser los vecinos que alguna vez cometieron el error de hablar con ella (si alguien anda por mi barrio y quiere reconocerla, sólo tiene que buscar a las palomas; la mujer deja migas de pan en su vereda para que estos animales deambulen por allí. Debe pensar que queda romántico. Juro que su vereda se asemeja más a una pajarera mugrienta que a una postal amorosa).
La vieja de las palomas tiene un nieto de seis o siete años. Más de una vez escuché cómo, ante una travesura del niño y frente a la gente que pasara por ahí (a propósito, pareciera) la abuela zamarreaba al nene y le gritaba
- ¡Pelotudo! ¡Sos un inútil, igual que tu padre! Me vas a matar, un día de estos... ¡inútil!

Aunque resulte inverosímil, hay algo en común entre el dios carpintero y la vieja de las palomas: ambos tienen un receptor que los escucha con respeto.
El nieto de mi vecina tiene opciones: puede despertar de esa devoción y dejar que su abuela se cocine en su vino o puede obedecerla y convertirse en un inútil.
Judas, en cambio, no tuvo opción: a un dios no se lo cuestiona.

Quienes no somos dioses ni chiflados debemos andar con cuidado: un par de palabras pueden causar nuestra propia crucifixión o provocar que el nombre de una persona esté maldito por los siguientes milenios.
Debemos cuestionar y permitir que nos cuestionen. Sólo así las palabras serán puentes y no clavos.
Ni maldiciones.
Ni caca de paloma.

06 abril, 2007

Miopía en lanzadores de puñales

Ismael Serrano canta una canción que dice amor mío, antes de nada debes saber que no soy recomendable; no tengo alas para llevarte, pero si faltas ¿cómo salvarme?
Yo imagino una escena: Serrano está sentado en un bar muy cálido junto a la mujer que ama. El diálogo es el siguiente:
- Amor mío, antes de nada debes saber que no soy recomendable.
- Ah... bueno, yo creo que esgrimís la metáfora mejor que Alatriste la espada, admiro tu constancia en la lucha sociopolítica y ese gesto que tenés cuando cantás (esa fruncida de ceño) me encanta. Tengo muchas ganas de besarte, pero si decís que no sos recomendable... agradezco tu sinceridad. Adiós.
(Y la mujer huye del bar, dejando a Serrano sumido en un melancolía que lo llevará a componer las mejores canciones del mundo).

Entiendo que un recurso poético no es un diálogo de todos los días. Nadie dice hola che, me gustas cuando callas porque estás como ausente. El problema lo encuentro cuando esa vindicación de la propia miseria (que en la canción de Serrano queda tan romántica... ¿no?) sale de la poesía y se instala en la calle.
Cuando un hombre que intenta agradarme me dice cosas como yo soy tonto o no sirvo para nada no me parece ni tierno ni humilde. Me parece cobarde en el mejor de los casos, psicópata en el peor. Así, si el día de mañana hace algo que me hace daño, puede ampararse en el discurso de yo te avisé que no soy recomendable...

Me gustan las personas francas y valientes que no se escudan en miserias reales o inventadas, que sacan sus maravillas a la luz del sol y que me esgrimen: hoy ceno contigo; hoy, revolución.

02 abril, 2007

Arcangelmorfo

Cuando sea rubia y asesina, quiero ser como Uma Thurman en Kill Bill.
Cuando sea un laberinto de metáforas y argumentos perfectos, quiero ser como La sombra del viento.
Cuando tenga la capacidad de encantar a las serpientes, quiero ser como Walter Giardino pero más querida.
Cuando el futuro ya no sea una posibilidad y yo sea consciente de eso, quiero ser como Roberto Benigni en La vida es bella.
Cuando deba elegir mi perspectiva y mirar lo mismo que todos pero de otro modo, quiero ser como Pedro Almodóvar.
Cuando sea intensa y sanguínea hasta lo increíble, quiero ser como un compilado de Roberto Goyeneche.
Cuando sea otra persona incluso en la forma de respirar, quiero ser como Julieta Díaz.

(La titular de este blog anuncia que mientras toda metamorfosis tarde en concretarse, seguirá poniendo su cara, su cuerpo y su nombre al servicio de sus propios engorros y encantos).