29 febrero, 2008

Narcosis

- Ah, ya llegaste. No me digas que otra vez te manchaste. Dios bendito, y con esta lluvia, que no seca. A ver, acercate. Sangre reseca, encima. Parece a propósito, ¿no podés dejar la guillotina para lo último, al menos? Ahora tengo que ponerme a fregar una hora para despegar eso. Si te lo dejo así se va a llenar de moscas. Hoy vino la mujer del herrero, me dijo que te pidiera que por favor le pegues un garrotazo al marido antes de colgarlo, así no sufre tanto. ¿Ves? No sale, voy a tener que dejar esto en remojo, con suerte la mancha se va dentro de un par de horas, pero no se va a secar para mañana. ¿Mañana tenés hoguera? ¿Cómo vas a hacer, con esta lluvia? Vas a volver con olor a humo y carne chamuscada, Dios bendito. Revolvé la sopa. No, con la cuchara de madera. Si hay hoguera llevate a los chicos, siempre se quejan de que nunca los llevás.

El verdugo, agotado y de mal humor, se acostó en la cama y miró por la ventana. No paraba de llover, y siempre le molestó trabajar con la ropa mojada.

25 febrero, 2008

Carne trémula

Y de golpe, cuando nos parece que podemos organizar nuestra vida como si fuera una sucesión de cosas puntuales, como el té inglés a las cuatro sin un minuto de demora, sucede algo que derriba esa cómoda teoría. No sé si me explico bien, hoy escribo con las entrañas. Por ejemplo, las novelas ésas que pasa Canal 9: está la dulce protagonista, está la mujer fatal, está el galán. La protagonista es buena, la mujer fatal es mala, el galán es hombre y se deja seducir por la mujer fatal pero luego se da cuenta de su error y se enamora de la protagonista buena. Y la vida no es eso. En la vida no siempre decimos lo que queremos decir en el momento en que lo queremos decir; en la vida bajamos la mirada para que el otro no vea que estamos desnudos; si nos arrepentimos de algo, no damos marcha atrás sino que seguimos avanzando por el puente aéreo y tambaleante mientras le pedimos a algún dios que ese tablón suelto que vemos adelante sea sólo una ilusión óptica; contamos un chiste oportuno para ocultar el tornado que se lleva nuestra manada de alazanes. Y es así porque no hay personas buenas y personas malas. Bueno, sí las hay, pero me refiero a bondades y maldades cotidianas. Todos somos todo. Por ejemplo, Carne trémula. En el principio de la película, Javier Bardem es héroe urbano. Pero la película avanza, y vemos cómo se transforma en un hombre herido, resentido y malicioso. Peligroso, incluso. Es una persona que actúa de acuerdo a las situaciones. No es malo: es de carne y hueso. De hueso, sangre, emociones y carne trémula.

Y yo ahora (te) escribo desde mis entrañas, y no tengo un guión determinado que estudiar, y no sé cuál es mi papel en esta historia. Porque me caen bien las mujeres fatales, y también las dulces protagonistas. Y no soy mala, pero tampoco estoy dispuesta a ceder lo que anhelo. Y soy buena, pero no ofrezco mi mejilla con pasividad. Yo no puedo ser un personaje de novela de Canal 9.

Sabiéndome trémula, dulce, fatal y protagonista, te miro y te espero, mientras escribo con mis entrañas mi propio guión.

22 febrero, 2008

Yo ilumino (cuento para despertar niños)

La tercera vez que Ratita pasó llevando una vela sobre su espalda, los demás animales no aguantaron tanto suspenso y le preguntaron de qué se trataba.
- Quiero ser luciérnaga - contestó Ratita.
Los animales se miraron entre sí, con cautela y extrañeza. Luego le explicaron a Ratita que las ratas no pueden ser luciérnagas, porque ya son ratas. Le dijeron que las ratas deben ocuparse de revolver basura y asustar a humanos y elefantes.
El elefante, por su parte, contemplaba los hechos con tranquilidad, y pensaba que él era un elefante muy valiente o Ratita era muy luciérnaga, porque nunca había sentido miedo ante ella.
- Yo no quiero dejar de ser rata. Quiero ser, también, luciérnaga - insistía Ratita.
- ¿Dónde se vio una luciérnaga que ilumine a ras del suelo?, argumentaba, no sin razón, la fauna.
Pero Ratita mantenía, tozuda, su ambición iluminadora.

Llegó la noche y llegaron las luciérnagas. Cuando se disponían a dormir, los animales notaron la ausencia del elefante. Ratita era siempre, por naturaleza, más difícil de notar.
Entonces los vieron: el elefante caminaba entre las luciérnagas y, sobre su lomo, Ratita y su vela encendida.

Las luciérnagas les dieron la bienvenida y les comentaron que nunca habían conocido a un bicho de luz que tuviera una trompa tan larga.

18 febrero, 2008

Las realidades de Briony

Lo que se dice de cada hombre, sea verdadero o falso, ocupa tanto sitio en su existencia como lo que cada hombre hace (Víctor Hugo).

Busqué en el diccionario de la Real Academia Española el significado de realidad, y salió que significa existencia real y efectiva de algo.

En la excelente película Expiación, deseo y pecado, la joven Briony es testigo de una escena: su hermana mayor se desnuda frente al jardinero en la fuente de agua del parque de su casa, mientras el jardinero permanece parado y atento a su lado. Escaso tiempo después suceden otros hechos de mayor y menor importancia, y Briony siempre está ahí para presenciarlos. Un día ocurre un crimen, Briony une en su mente los acontecimientos que vio, y no duda: el jardinero es el criminal, y así se lo dice a la policía. Pero resulta que el jardinero no era el criminal. ¿Briony, una chica de trece años, curiosa e inquieta, se equivocó? Briony vio escenas que creyó entender pero que no entendió. Briony se confundió. A Briony la traicionaron sus sentimientos. Y no voy a decir que las apariencias engañan porque los lugares comunes huelen a fritanga, y porque no sé hasta qué punto Briony fue engañada por las apariencias: su hermana se desnuda frente al jardinero, y eso lo vemos todos. La carta subida de tono que escribe el jardinero la lee Briony y la leemos todos. En todo lo que presencia Briony hay mucho de verdad. Todo lo que ve es real. Es real y sin embargo erró: el jardinero no es el criminal.
Briony se equivoca por el mismo motivo por el cual nos equivocamos todos: creemos que la realidad es algo tangible, algo que siempre se separa de lo imaginado, hechos secos y concretos. Es difícil y agotador entender que dentro de la realidad conviven los hechos, las percepciones, los sentimientos, las decisiones tomadas durante un dolor de muelas, los celos, la época del año, el clima, los miedos, las bondades. Este escrito es real, ustedes pueden ver las palabras. Pero también estoy resfriada, tengo ganas de tomar mate, quiero que llueva. ¿Ustedes pueden ver todo eso? Sin embargo es real, juro que es real.

Mientras pensemos que la realidad es solamente eso que está ahí, que la realidad no se modifica por un sentimiento o una escena mal entendida, Briony seguirá equivocándose, y el jardinero pagará los crímenes del criminal.

15 febrero, 2008

Piedra cemento piedra

Piedra cemento piedra cemento piedra cemento piedra. El hombre construía el puente con concentración de cirujano.
Era un pueblo de gente sencilla, sutil, casi transparente. Los días pasaban entre cosechas de frutos y pastoreo de animales. Al otro lado del caudaloso río pueblerino, existía una ciudad de grandes comercios y tecnologías sin exorcizar. Una tarde, el alcalde de nuestro pueblo decidió que era hora de unir ambos lugares, y contrató a un hombre de su tierra para que construyera el puente amalgamador.
Piedra cemento piedra cemento piedra cemento piedra. El hombre construyó el ambicioso puente en un día y una noche. Cuando el alcade fue a ver cómo había quedado la obra, se encontró con un puente que no cruzaba el río, sino que se recostaba, paralelo, a su lado. El puente empezaba y terminaba en el pueblo. Astillado de furia, el alcalde preguntó que qué se suponía que era eso.
- Un puente para los que no quieren ir a ningún sitio - contestó el hombre.
El alcalde regresó a la alcaldía. Una inquietud lo invadía, y era la de no saber si gobernaba un pueblo de imbéciles incurables o de genios escondidos.

12 febrero, 2008

Libertinaje

El agua corría por mis pies en un escándalo de libertad y desahogo. El agua no sabía de opresiones; avanzaba en su camino sin mirar qué dejaba atrás, fluía como si de eso se tratara todo, y al hacerlo lograba que realmente de eso se tratara todo: la vida era fluir.
Más atrás, los árboles se agitaban y oxigenaban incluso al sol. Yo ensanchaba mis pulmones y me compadecía de la añeja expulsión de Adán y Eva. Los árboles, ajenos a mis pensamientos, acompañaban al río y agregaban: la vida era fluir y respirar pureza.

Todavía huelo a río y a árbol. Espero que el cemento ciudadano no edifique sobre mi libertinaje natural.

01 febrero, 2008

El descanso

No sé ustedes, pero yo me voy a pasar unos días a las sierras. Quien quiera comunicarse conmigo debe saber que mi celular permanecerá encendido de diez a doce de la noche; por otra parte, las palomas mensajeras y las señales de humo se recibirán las veinticuatro horas del día, así como los mails que, según acaba de informarme el duende de la computadora, se almacenarán lealmente en mi bandeja de entrada.

Les dejo de regalo mi cuento favorito.

Hasta el regreso.