Hace unos meses lo mostraron en todos los programas de televisión como el papelón del año: en un homenaje a Borges, la oradora leyó el poema Instantes como si se tratara de la mayor obra del escritor. De entre el público se levantó la viuda, María Kodama, haciendo señas y negando con la cabeza. No, no y no. Ese poema no lo escribió Borges. Creo que la oradora pidió disculpas y decidió hibernar el resto de su vida.
Yo, pese a que no soy experta en Borges, no puedo imaginarlo escribiendo frases como “en la próxima vida comería más helados y menos habas”, o “daría más vueltas en calesita”. Entonces, si yo, que no soy especialista, percibo que hay algo que no cierra, algo que no encaja en la supuesta autoría de Borges sobre ese poema, ¿cómo la oradora cometió semejante error? ¿Cómo no tomó el recaudo de leer directamente desde un libro, en vez de optar por un texto sacado de internet?
Siempre pensé que Esta boca es mía era una canción de Ismael Serrano que se le había ocurrido primero a Joaquín Sabina. Por estilo y contenido, Serrano debería ser el autor. Pero no. Es Sabina. Quiero decir que si generaciones futuras comentan, convencidas, mi canción favorita de Serrano es Esta boca es mía, a mí no me sorprendería la equivocación.
Pero Instantes no tiene nada que ver con la palabra de Borges.
Ahora, si me pongo a hurgar en yerros, identidades y letras fuera de lugar, debo admitir que la frase “hoy estoy más suave que la caricia de una motosierra” suena a hit de Ricardo Arjona. Y resulta que es de Iván Noble. Y la frase “sólo un camino he de caminar: cualquier camino que tenga corazón” es digna de Montaner. Y resulta que es de La Renga. Y estos hechos de estilo erróneo sí me sorprenden, porque no hallo a Noble en su frase ni a La Renga en la suya. Son casos de letras apócrifas a la inversa: el autor es el correcto, lo que no hace juego es la obra.
Entre tanto laberinto de esencia y apariencia, entiendo, en parte, sólo en parte, la confusión de la oradora del homenaje a Borges. Yo misma suelo atribuirle a Oscar Wilde cada cita genial cuyo autor verdadero no recuerdo.
Y ya que estamos, pregunto: ¿es seguro que el autor de El amor en los tiempos del cólera es García Márquez? ¿No hay una ínfima posibilidad de que la autora sea, en realidad, yo?
Ah, claro. Comprendo, comprendo. Tal vez en otra vida. Qué pena.