26 mayo, 2009

Algo se va a incendiar

Cuando llegué al bar, sólo dos mesas estaban ocupadas: la dueña con su gente, y un grupo de seis o siete metaleros que parecían haber echado raíces en el local. Elegí la mesa más cercana al pool y, antes de poder siquiera sentarme, uno de los metaleros se acercó y me habló.
-Yo te conozco. Ibas conmigo al secundario.
Era Jotuns, y estaba igual que diez años atrás: el mismo pelo largo, la misma barba, la misma remera de Guns & Roses. Le dije que me alegraba verlo, y era verdad. Se instaló en mi mesa, y pasamos dos horas hablando de épocas remotas.
En la película Tiempos violentos, Uma Thurman (creo) le dice a John Travolta que dos personas entraron en confianza cuando pueden estar un rato sentadas sin hablar, compartiendo el silencio. La tercera vez que Jotuns me preguntó que qué música me gustaba, supe que ni él era Travolta ni yo era Thurman, y que los diez años transcurridos se alzaban, pétreos, entre nosotros.
Pensé que él era idéntico a ese que yo había conocido: decía lo mismo, gesticulaba como siempre, miraba igual, me tocaba el brazo para darle más énfasis a sus palabras tal como lo hacía diez años atrás. Y pensé, aunque no se lo dije, que verlo igual que siempre me hizo dar cuenta de cuánto había cambiado yo.
-No cambiaste nada –me dijo y yo no lo negué, porque entendí que se refería a mi parte visible-. Siempre tan seria, tan estudiosa... te imaginaba casada y con hijos. ¿Tenés idea de qué fue de Munin, que era re tiro al aire?
No pude evitar una sonrisa.
-Está casada y con hijos –le contesté.

El tiempo no existe; estos diez años duraron diez segundos.
El tiempo no existe, pero cómo jode.

20 mayo, 2009

Dos anuncios

1) El viernes 29 de mayo a las 20.30 hs., en el Centro Cultural Común Arte (Castro Barros 236, Boedo), habrá Recital de Cuento. Los escritores-narradores seremos los siguientes:

Gilda Manso
Fabián Casas (con tarea doble: también representará a Sergio Gaut Vel Hartman)
Giselle Aronson
Daniel Frini
Carla Manso
María Del Pilar Jorge
Saurio
Agustín Marcenaro

La entrada será libre y gratuita, y de más está decir que los esperamos.

2) El jueves 11 de junio comenzará la segunda edición del Taller de cuento corto que imparto, también en el Centro Cultural ComúnArte. El Taller tiene una periodicidad de una clase semanal de una hora de duración (de 19 a 20 hs.). Finaliza el jueves 23 de julio.
Para informes e inscripción, presentarse en el Centro Cultural o comunicarse por teléfono al 4958-1166.

17 mayo, 2009

Gracias por el fuego

Mario Benedetti
1920-2009

11 mayo, 2009

Ese otro lenguaje lateral

A partir de la hora cero de mañana, voy a dejar de pensar en vos. Voy a ver si funciona. Vos decís que sí, que funciona. Que me dijiste en este mismo momento voy a dejar de pensar en vos, y que dejaste de pensar en mí ahí, en ese mismo momento.
Claro, tu lenguaje lateral dice otra cosa. Tu electricidad dice otra cosa. Y esa otra cosa es lo opuesto a lo que decís vos. A veces me parece que sos dos gladiadores en uno. Como el cuento del cacique que le cuenta a su nieto: tengo dos hambrientos lobos peleando una batalla en mi corazón; uno está lleno de odio y rencor, y el otro es puro amor y perdón. El nieto le pregunta que cuál de los lobos ganará la batalla, y el cacique le responde: aquel que yo alimente. Y tu lenguaje lateral me dice que tu batalla es pensarme o no pensarme. Pero que estás en un problema, porque no se puede no pensar, no se puede alimentar el no pensamiento, y porque el pensamiento es sólo el comienzo.
Yo, si querés que siga siendo sincera (con los riesgos que eso trae), te digo que no creo que vaya a funcionar eso de no pensar en vos a partir de la hora cero de mañana. Igual lo voy a intentar, para que no digas que no pongo voluntad. Pero cuando volvamos a estar frente a frente, y te diga hace frío y vos me digas sí, hace frío, vamos a saber que no es eso, en realidad, lo que queremos decir.

07 mayo, 2009

Álvaro

Perdí el control otra vez. El control remoto, quiero decir. En realidad no lo perdí, debe estar en medio de todo esto, abajo de un almohadón o entre la ropa que tengo sobre la cama; voy a tener que ponerme a acomodar las cosas si quiero encontrarlo.
Aunque tampoco me interesa tanto.
La última vez que ordené mi casa fue cuando vino Álvaro a tomar una cerveza. Le dije que viniera una noche, siempre está solo. En cambio mi casa siempre está llena de amigos. Esa vez me puse a ordenar porque yo sé que Álvaro es medio maniático, y tampoco era cuestión de hacerle pasar un mal momento. Es mi casa, pero él era mi invitado. Y yo quería que se sintiera cómodo. Además siempre se portó bien conmigo. Por ejemplo, ese domingo que vinieron mis viejos. Yo me había olvidado que venían a almorzar. Cuando me desperté, casi al mediodía, no tenía nada preparado y mi heladera estaba vacía. Y yo no quería aguantar a mi vieja con su cara de ves que no podés vivir sola. Le toqué el timbre a Álvaro (vive acá al lado, en el 3ºA) y le pedí ayuda. Me moría de vergüenza, pero no sabía qué hacer. Álvaro buscó en sus estantes, agarró unas cuantas cosas y vino a casa. En un rato me preparó una ensalada rusa y unas pechugas de pollo con una salsa que no sé cómo la hizo. Quise besarlo. Bueno, eso de que quise besarlo es una forma de decir, no quise besarlo. O sí, no sé. Cuando se iba, se cruzó con mis viejos. Mi mamá lo miró de arriba a abajo, yo no sabía dónde meterme. Después me preguntó que quién era. Un vecino, le dije. No quise decirle un vecino que a lo mejor me gusta. Porque Álvaro es la clase de hombre que le cae bien a mi mamá, y eso me da bronca. No quiero que mi mamá esté de acuerdo conmigo.
Voy a ver si Álvaro me presta su control.

01 mayo, 2009

Kinsey Millhone

Kinsey Millhone es investigadora privada. Antes era policía, pero se cansó de tanta corrupción. Vive sola en un garage transformado en habitación que le alquila a Henry, un panadero jubilado; Kinsey daría la vida por Henry.
Kinsey duerme en su sofá, envuelta en un edredón. Kinsey acostumbra cenar en un tugurio oscuro y no demasiado limpio que pertenece a una húngara huraña llamada Rosie. Rosie prepara platos impronunciables que Kinsey come sin cuestionar de qué se tratan.
A Kinsey suelen preguntarle que qué le pasó en el pelo. El corte es así, contesta ella sin ofenderse. Tiene desde hace años un único vestido negro que le sirve para salir airosa en todas aquellas ocasiones en que no puede vestirse con jean y camiseta.
Kinsey no quiere mascotas, le aterra la posibilidad de tener a su cargo a un ser vulnerable. Kinsey y su soledad se llevan bien, excepto cuando se llevan mal. Kinsey es terca, tierna, independiente y no tan dura como supone, pero más de lo que espera el criminal de turno; desconfía de todo (porque todos mienten) y sabe mentir. Kinsey se enamora por igual de un asesino y de un guardaespaldas. Kinsey desconfía de todo pero quiere creer.
Kinsey es la protagonista de la saga Alfabeto del crimen, escrita por Sue Grafton.

Una vez le pregunté a Alguien:
-¿Cómo la imaginás a Kinsey?
-Como vos –me respondió.