22 febrero, 2010

Todos los cuerpos se parecen

Recostada sobre una reposera, miraba a la gente y pensaba que todos los cuerpos se parecen. Quiero decir: ahí, en la pileta del club, me fue imposible saber si ese hombre con panza y várices era un narcotraficante, un gerente o un secretario; sólo supe que era un hombre con panza y várices. Y eso ocurrió porque el hombre estaba semi-desnudo, en traje de baño, y porque todos los cuerpos se parecen. De haber estado vestido, tal vez las señales de la vestimenta me habrían dado una pista. Un gerente no suele comprar los mismos trajes que un secretario, y hasta donde yo sé, los narcotraficantes usan camisas hawaianas y sombrero de paja.

Mis reflexiones sobre los cuerpos estaban llegando a una aburrida meseta, cuando vi acercarse a una joven pareja. Ella tenía cara de inocencia, y él tenía una cabeza extraña: de la parte superior le salía una impresionante cornamenta que casi me saca un ojo al pasar por mi lado. Entonces ella le habló, y de su boca salió una aterradora lengua bífida. Yo miré alrededor; nadie había visto nada. El hombre-venado y la mujer-serpiente fingían ser personas corrientes, y todos lo aceptaban así.

Me tumbé de espaldas al cielo. La gente, al no entender que todos los cuerpos se parecen, tampoco pueden notar un cuerpo diferente.

Me relajé. Mi ensortijada cola de cerdo, sin dudas, pasaría inadvertida.

15 febrero, 2010

Espantapájaros

El día era magnífico: brisa, sol, calma. Mi pelo ondeaba, el aire me acariciaba la cara.

Entonces apareció la piba.

-¡Buen día, amable espantapájaros! Acompáñame en mi viaje y el mago de Oz te dará el cerebro que tanta falta te hace.

Miré alrededor; pensé que era una joda. No había nadie.

-¿Perdón? –le pregunté.

-¿Tú no eres el espantapájaros sin cerebro? –me preguntó ella, a modo de respuesta. Yo supuse que la chica no tenía todos los patitos en fila.

-No, yo soy el granjero. El espantapájaros está alla –dije, y señalé al espantapájaros.

-¡Oh, le pido disculpas, estimado granjero! Su cabellera al viento y su carencia de cerebro me confundieron. ¿Puedo llevarme a su espantapájaros, para que mi travesía no sea tan solitaria?

-Bueno, depende. Si vos me dejás a tu perrito para que yo lo clave en un poste a fin de espantar a los cuervos y a las adolescentes hinchapelotas, podés llevarte a mi espantapájaros.

La piba salió corriendo. Yo seguí tomando sol.

06 febrero, 2010

El descanso

Me voy de vacaciones a San Rafael, Mendoza. Vuelvo en unos días.

Abrazos a todos.