La venganza será terrible o renaceré en el intento
De todas las historias de llantos temperamentales que cuenta el cine, Cumbres borrascosas (con Juliette Binoche y Ralph Fiennes) es una de las que miro casi con necesidad:
Situada temporalmente cerca del año 1800. El padre del joven Hindley y de su hermana Catherine lleva a vivir a la casa (un castillo excesivo y hermoso) a un muchacho errante y árido llamado Heathcliff, a quien trata como a un hijo más. Pero el benefactor muere pronto y quien queda a cargo de la familia es el vil Hindley, que se apresura a aclararle al intruso
- Desde ahora, vivirás en el establo.
Heathcliff no se entristece demasiado: mientras cuente con el amor fueguino de Catherine, todo lo demás son sobras.
Así crecen, juntos e inseparables. Así, hasta que Catherine conoce a Linton, un joven vecino de personalidad tibia y agradable y cuya posición social es mantenida en alto gracias a la altura de su alta riqueza material. Un día de esos, el tosco y artesanal Heathcliff escucha a Catherine decir que se casará con Linton porque sería degradante hacerlo con Heathcliff.
En medio de una tormenta climática y emocional, nuestro pobre muchacho huye y Catherine se casa con el prolijo Linton amando y doliendo al que huyó.
Dos años después, Heathcliff vuelve pero no es él. El de ahora es un hombre que respira riqueza material, y crueldad en todas sus formas. El de ahora es un hombre que volvió para vengarse.
Le compra el castillo hipotecado a un (hoy) alcóholico y desgraciado Hindley, de quien yo no me apiado: su miseria le vuelve multiplicada y no me parece mal (nunca me gustó ver desamparado al inocente Heathcliff). Pero ya no es inocente y decidió que, así como Hindley lo trató a él, él así tratará al pequeño Hareton, su hijo. Al mismo tiempo, Catherine y Linton tienen una hija. Con seducción de hipnotizador, Heathcliff engaña a la joven Cathy hasta lograr tenerla prisionera en su casa. Hareton y Cathy son las víctimas de una venganza que no tendría que rozarlos siquiera.
Conté todo esta trama para poder llegar a una escena: cerca del final, un avejentado Heathcliff contempla a Hareton y a Cathy, quienes se acercaron el uno al otro como una forma de inmunizarse o como una repetición de la vieja historia: Cathy es igual a su madre y Hareton es tosco y artesanal, más parecido a lo que su tirano fue alguna vez que a su propio padre. Mientras los mira, Heathcliff le dice a la vieja ama de llaves, testigo de esta historia desde sus comienzos:
- Los padres no pudieron vencerme, y yo ahora puedo vengarme en los hijos. Pero ¿qué sentido tendría?
Yo miro a Hareton, quien fue criado por Heathcliff, y pienso que en él está la respuesta. La necesidad de venganza de Heathcliff no es más que una excusa que engendró aquella lejana noche de tormentas para no enloquecer de indignidad. La venganza era vital para la subsistencia.
Pero a la hora de hacer sufrir al hijo de su peor enemigo, Heathcliff no puede evitar convertirlo en una copia casi exacta de su pasado. Al verse en ese espejo de carne, hueso e inocencia, Heathcliff se da cuenta de que ya no necesita de la venganza para sobrevivir: el Heathcliff de antaño sigue latiendo allá atrás, atrás de todos sus miedos. Y ese Heathcliff es el que sabe que, pese a lo que parece, todo este asunto no se trata ni de vencer ni de ser vencido sino de la vida, región torpe en la que la venganza es una espada que lastima más al que la empuña.
Al menos, hasta que se atreve a mirarse al espejo.
Situada temporalmente cerca del año 1800. El padre del joven Hindley y de su hermana Catherine lleva a vivir a la casa (un castillo excesivo y hermoso) a un muchacho errante y árido llamado Heathcliff, a quien trata como a un hijo más. Pero el benefactor muere pronto y quien queda a cargo de la familia es el vil Hindley, que se apresura a aclararle al intruso
- Desde ahora, vivirás en el establo.
Heathcliff no se entristece demasiado: mientras cuente con el amor fueguino de Catherine, todo lo demás son sobras.
Así crecen, juntos e inseparables. Así, hasta que Catherine conoce a Linton, un joven vecino de personalidad tibia y agradable y cuya posición social es mantenida en alto gracias a la altura de su alta riqueza material. Un día de esos, el tosco y artesanal Heathcliff escucha a Catherine decir que se casará con Linton porque sería degradante hacerlo con Heathcliff.
En medio de una tormenta climática y emocional, nuestro pobre muchacho huye y Catherine se casa con el prolijo Linton amando y doliendo al que huyó.
Dos años después, Heathcliff vuelve pero no es él. El de ahora es un hombre que respira riqueza material, y crueldad en todas sus formas. El de ahora es un hombre que volvió para vengarse.
Le compra el castillo hipotecado a un (hoy) alcóholico y desgraciado Hindley, de quien yo no me apiado: su miseria le vuelve multiplicada y no me parece mal (nunca me gustó ver desamparado al inocente Heathcliff). Pero ya no es inocente y decidió que, así como Hindley lo trató a él, él así tratará al pequeño Hareton, su hijo. Al mismo tiempo, Catherine y Linton tienen una hija. Con seducción de hipnotizador, Heathcliff engaña a la joven Cathy hasta lograr tenerla prisionera en su casa. Hareton y Cathy son las víctimas de una venganza que no tendría que rozarlos siquiera.
Conté todo esta trama para poder llegar a una escena: cerca del final, un avejentado Heathcliff contempla a Hareton y a Cathy, quienes se acercaron el uno al otro como una forma de inmunizarse o como una repetición de la vieja historia: Cathy es igual a su madre y Hareton es tosco y artesanal, más parecido a lo que su tirano fue alguna vez que a su propio padre. Mientras los mira, Heathcliff le dice a la vieja ama de llaves, testigo de esta historia desde sus comienzos:
- Los padres no pudieron vencerme, y yo ahora puedo vengarme en los hijos. Pero ¿qué sentido tendría?
Yo miro a Hareton, quien fue criado por Heathcliff, y pienso que en él está la respuesta. La necesidad de venganza de Heathcliff no es más que una excusa que engendró aquella lejana noche de tormentas para no enloquecer de indignidad. La venganza era vital para la subsistencia.
Pero a la hora de hacer sufrir al hijo de su peor enemigo, Heathcliff no puede evitar convertirlo en una copia casi exacta de su pasado. Al verse en ese espejo de carne, hueso e inocencia, Heathcliff se da cuenta de que ya no necesita de la venganza para sobrevivir: el Heathcliff de antaño sigue latiendo allá atrás, atrás de todos sus miedos. Y ese Heathcliff es el que sabe que, pese a lo que parece, todo este asunto no se trata ni de vencer ni de ser vencido sino de la vida, región torpe en la que la venganza es una espada que lastima más al que la empuña.
Al menos, hasta que se atreve a mirarse al espejo.
10 Comments:
La vida es venganza para muchos
Los padres se miran en los hijos, y prentenden que no sean lo que ellos mismos fueron. Y los hijos se niegan a ser como sus padres, paradojas de la vida.
Besitos niña
como sea!!! saluditos buen post
Ahhh!!! Es buenisima!! para verla de cajón... aunque no la he conseguido aún buuu digo pa empezar bien el año
besos
Es muy buena esta mirada, yo no lo había visto así cuando vi esa película.
La venganza como modo de sobrevivencia, suena lógico.
Besos hermosa.
Es una de mis primeras lecturas de adolescente.
La venganza será terrible...
Y dolina que vuelve esta noche...
Me hiciste dar ganas de volver a leer Cumbres Borrascosas...
Feliz, feliz, feliz año!
Me encanta tu blog, un delicioso post.
Gracias por las palabras...
Pasate por casa cuando quieras... hay mate!
A.-
LA VENGANZA SIEMPRE ES DULCE. JAJAJJAJAJA
BESOS
no sé porque,(de esas cosas que se siembran en la cabeza con raíces invisibles)habia tenido cierto recelo para leer este libro siempre y más aún para ver la película... Está ahora en la lista de libros a conseguir.
Bonito inicio de año!
Al contrario, gracias a ti, feliz día de reyes!!
Publicar un comentario
<< Home