09 diciembre, 2006

El lado oscuro de la luna

No es que me queje; nos convertimos en lobos y eso tiene sus beneficios.
Pero al margen de la metamorfosis, la luna llena no me cae muy simpática. Es implacable con los que estamos por debajo de ella.
El aire, por ejemplo, queda como erizado. Todos discutimos más, aún sabiendo que no es para tanto. Nos ponemos más sensibleros, aún sabiendo que cuando la reina cambie y disminuya nos arrepentiremos de nuestras cursilerías.

Es en estos días, siempre una semana cada mes, cuando me siento afortunada de ser mujer/lobizona y no marea.
Así, al menos, puedo aullar.

Y ahora, un poema que no tiene nada que ver pero que me encanta y que me recuerda a El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela.
Se llama Ultimátum, y lo escribió Almudena Guzmán:

¡Oh Juan!, ¿por qué sueñas siempre rosas?
Ya no nos caben en la habitación,
esto no puede seguir así:
Cada día te levantas con las sábanas llenas de rosas
y si por casualidad hacemos el amor
no se conforman con quedarse quietas de mañana, no:
danzan las gamberras al son de los exquisitos minués que trazan
tus dedos al vestirme.

Por eso me niego a que me pongas la camisa,
a que me anudes el pañuelo…,
dime, ¿qué vas a hacer con esa encina desdentada y la camelia negra
que se vieron contigo cuando terminastes de dar un paseo por el
campo?

Ayer nos sorprendió un aguacero precioso
y como yo no llevaba gorro y sí el pelo recién lavado,
convertistes la gotas en diminutos paraguas de nácar,
yo te agradezco la gentileza de tu magia
pero el campo necesita agua
y lo dejastes blanco, tan blanco,
que parecía leche cuajada.
Menos mal que luego caíste en la cuenta del error
y los paraguas volaron para dejar paso
a tres mil nubes que se posaron dulcemente
en los prados, en los cerros, en los sembrados
para dar alegría y pan al santo campesino
que se hizo arrugas de un metro de profundidad por re tanto.
En fin, Juan, haces lo que quieres con la naturaleza
y a mí me irrita el no poder enfadarme nunca contigo
a pesar de tener motivos grandes y justificados.

Desde ahora te anuncio mi ultimátum:
una de dos, o renuncias a tu poder modificante
de niños que cambian pañales por barco,
de aceituna que, porque le da la gana, se transforma en ciruela los
domingos,
o nos mudamos a otra buhardilla
que tenga el suficiente espacio para meter allí todos los trastos…
¡Porque mira que eres pesado!
Porque mira que te quiero tanto, alquimista barato.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ojalá pudiésemos metamorfosearnos.


besotes niña

10/12/06, 10:11 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

la metamorfosis es barbara

yo la vivi el jueves en el escenario

por suerte y gracias a nuestra magia musical salio barbaro!!!jajaja


gracias por acordarte besos

11/12/06, 1:59 p. m.  
Blogger Arcángel Mirón said...

Me alegro

:)

11/12/06, 8:01 p. m.  

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