La tortuga que rompe a volar
Tac... Tac... Tac...
Cuando me asomé al patio para ver qué era ese ruido, no me asombró demasiado ver que mi tortuga intentaba levantar con su boca el hueso preferido de mi perro. Fracasaba, claro: el hueso es casi tan grande y pesado como ella. Sólo lograba elevarlo dos centímetros para luego, agotada, dejarlo caer. En otras ocasiones pude ver cómo se acostaba a dormir una siesta en el trapo que mi perro usa de cucha.
Hace unos años, una gata callejera eligió mi patio como sala de partos. De golpe y sin que lo quisiéramos, mi casa se llenó de gatitos juguetones. Al principio, mi tortuga los miraba como estudiándolos; acostumbrada a la compañía indolente del aloe vera, tanto movimiento gatuno le despertaba la curiosidad sin poder ni querer evitarlo. Luego de unos días empezamos a notar que mi mascota adquiría costumbres inesperadas en un animal de su clase: tomaba leche, se peleaba con los gatitos por un lugar cerca de mamá gata, se tiraba a dormir la siesta arriba de la maceta favorita de uno de los felinos (cómo llegaba arriba de la maceta es un misterio que nadie me supo revelar), intentaba trepar adoquines.
Los gatos crecieron, se fueron, y la tortuga volvió a su rutina de imitación del aloe vera: volvimos a no notar que estaba allí.
Hace casi un año vino mi perro y a mi tortuga, ahora, sólo le falta ladrar.
Ya libre de todo asombro pienso que, en algún punto, todos (humanos y animales) terminamos siendo lo que aprendemos. Y digo en algún punto porque mi tortuga sigue metiéndose en su caparazón cada vez que le place. Sigue siendo tortuga.
Que la vida no tenga límites es una muy buena noticia en un mundo acechado sin remedio por la muerte. Es como decirle mirá, vos vendrás a finalizar mi existencia pero yo, mientras viva, seré tortuga y perra y gata y aloe vera y todo lo que quiera.
Mientras viva seré lo que quiera. Y lo que me toque después, después lo discutimos.
Ahora no puedo, estoy ocupada.
Cuando me asomé al patio para ver qué era ese ruido, no me asombró demasiado ver que mi tortuga intentaba levantar con su boca el hueso preferido de mi perro. Fracasaba, claro: el hueso es casi tan grande y pesado como ella. Sólo lograba elevarlo dos centímetros para luego, agotada, dejarlo caer. En otras ocasiones pude ver cómo se acostaba a dormir una siesta en el trapo que mi perro usa de cucha.
Hace unos años, una gata callejera eligió mi patio como sala de partos. De golpe y sin que lo quisiéramos, mi casa se llenó de gatitos juguetones. Al principio, mi tortuga los miraba como estudiándolos; acostumbrada a la compañía indolente del aloe vera, tanto movimiento gatuno le despertaba la curiosidad sin poder ni querer evitarlo. Luego de unos días empezamos a notar que mi mascota adquiría costumbres inesperadas en un animal de su clase: tomaba leche, se peleaba con los gatitos por un lugar cerca de mamá gata, se tiraba a dormir la siesta arriba de la maceta favorita de uno de los felinos (cómo llegaba arriba de la maceta es un misterio que nadie me supo revelar), intentaba trepar adoquines.
Los gatos crecieron, se fueron, y la tortuga volvió a su rutina de imitación del aloe vera: volvimos a no notar que estaba allí.
Hace casi un año vino mi perro y a mi tortuga, ahora, sólo le falta ladrar.
Ya libre de todo asombro pienso que, en algún punto, todos (humanos y animales) terminamos siendo lo que aprendemos. Y digo en algún punto porque mi tortuga sigue metiéndose en su caparazón cada vez que le place. Sigue siendo tortuga.
Que la vida no tenga límites es una muy buena noticia en un mundo acechado sin remedio por la muerte. Es como decirle mirá, vos vendrás a finalizar mi existencia pero yo, mientras viva, seré tortuga y perra y gata y aloe vera y todo lo que quiera.
Mientras viva seré lo que quiera. Y lo que me toque después, después lo discutimos.
Ahora no puedo, estoy ocupada.
16 Comments:
Eso está muy bien, quiero decir que pienses así, y que cada cual sea como quiera. Yo por cierto adoro a los perros jejeee. Lo que te decia cada cual.
besitos
nada de "dime con quien andas y te diré quien eres"
me encantó, arcángel
Coño, estuvo fantástico este post. Ahora sigo para abajo, creo que vi algo de espejos que me va a gustar.
muy positivo si señor ! -o señora- ..en cuanto a la história -me imagino que real, de tu tortuga- me encantó!!..la primera vez que vi una en la casa de campo de mi abuela, yo debería tener 4 ó5 años y me quedé fascinada y le dije: "corre, ven yaya, aqui hay una piedra que anda" !!
cariños de alcachofa
pd: yaya = abuela
Cuentas estas cosas de tu tortuga y yo ya le he cogido cariño por su forma de ser.
¿Te imaginas que a tu perro le dé por aprender de tu tortuga y que inviertan los papeles?
:)
me ha encantado esta reflexión, me parece muy buena
¿en qué entorno nos movemos?
realmente podemos mimetizarnos? Si es así, hay que ser cuidadoso
Y creo que sí es así
un abrazo
Gil tu tortuga es una grosa, sabelo!
Primero estuvieron las tortugas ninjas y ahí nomás pegadito está tu tortuga (en cualquiera de sus mimetizaciones).
Debe estar bueno tener la perspectiva de un aloe vera, de gato, de perro y de tortuga.
Que las als no le salgan para que le quede algo por el que anhelar...
Amiguisíma, parecido a este deje un post en mi blog... regalaselo de mi parte a tu tortuga y decile que la banco a morir! jajajaja =P
Besotes impares y sin sal!!
Dani.-
Las tortugas parecen animales que nos miraran desde hace siglos , milenios. Les gusta jugar a hacerse los ancianos
ps que linda conclusion ...me gusto!!!
hola arcángel...como bien dice el anuncio de Banderas "no es lo que tengo, es lo que soy",.. por mucho que intentemos parecernos a algo o a alguien, en el fondo nuestro verdadero ser aflora. Así que para qué luchar contra lo que un@ es?
Sé feliz!!!
Un abrazo
Yo siempre he pensado que los animales aprenden lo que nosotros les enseñamos, desde un perro hasta una gallina. Yo tengo gallinas y me he preocupado de enseñarles lo que le enseñaria a un perro, pero la gente no se ha parado a prestarles atencion...adoro las tortugas!!!!!
besitos
Este post es fantástico. De verdad. Asi con todas las letras.
Yo adoro a las tortugas y a los perros, los gatos igual me caen bien. Y ahora mismo tengo a Don Tomasito ( tortuga) y Capicúa(perra) y los dos no pueden dormir el uno sin el otro.
rarísimo.
Cada vez escribes mejor, de verdad.
Un abrazo
Decía mi hermano Bruce “todo lo que tengo me lo he ganado. Y lo que no, lo he aprendido”. Creo que más que “terminamos siendo lo que aprendemos”, yo diría que “terminamos aprendiendo lo que somos”. O al menos debería ser así ¿no te parece? :)
Yo creo que no sabemos de lo que somos capaces hasta que lo intentamos... me encantó!!!
besos
Gracias por visitarme, a todos.
:)
Muy bueno el camino elegido para la reflexión. Dicen que todo es vida antes de la muerte, o sea que a vivir mientras se pueda. Intensamente.
Las tortugas son tan simpáticas!
Saludo
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