Tres gatos muertos
Aunque no podía explicarlo de una manera clara, Verónica sabía que si una cosa sucede una vez, se trata de un hecho aislado; si sucede dos veces, ya es tendencia. Y los gatos muertos eran tres.
Habían aparecido en el medio de la calle, frente a la casa de rejas blancas, la que estaba al lado del almacén del barrio. Uno el martes, otro el miércoles, otro el jueves, con la innegable rigidez de la muerte. Los autos los esquivaban como podían, hasta que Verónica reprimía el asco y la pena y los corría hacia la zanja, mirando de reojo la casa de rejas blancas, porque Verónica no creía en las casualidades.
En esa casa pasaba algo raro, Verónica lo percibía. Demasiado silencio siempre, demasiada quietud. Todos en la cuadra sabían que la casa estaba habitada por una pareja con dos hijos pequeños, y nadie sabía nada más.
- ¿Y qué se supone que vas a hacer, Verónica? ¿Tocarles el timbre y preguntarles por los gatos muertos? Ni se te ocurra, ¿me escuchaste?
El padre de Verónica habló claro y Verónica, niña obediente, le ofreció un dócil sí papá, y luego salió a la vereda, cruzó la calle y no tocó el timbre de la casa extraña sino que se trepó a las rejas y saltó al interior con la impunidad que creía que le otorgaba el tener doce años, en busca de las respuestas al misterio de los gatos muertos. Y adentro no halló gatos muertos ni vivos, pero encontró a los hijos de los dueños de la casa atados a la cama, quemados, cortados, y mudos de espanto. Y encontró un teléfono y llamó a su padre, y le dijo que llame a la policía antes de que los padres de los nenes volvieran del trabajo.
Y mientras la policía y los canales de televisión se ocupaban del caso del día, Verónica vio cómo el almacenero, escondido tras el escudo del tumulto, le agregaba un polvillo innecesario y por lo tanto sospechoso a un plato de leche que, instantes después, le ofrecería a un gato que esperaba con relamida ansiedad. Entonces Verónica se resignó a ser heroína no como hecho aislado sino como tendencia, y llamó a un policía que estaba cerca suyo, y le dijo que el almacenero era un asesino de gatos, y que lo que sucede tres veces sucede cuatro, y que los gatos muertos eran tres.
Habían aparecido en el medio de la calle, frente a la casa de rejas blancas, la que estaba al lado del almacén del barrio. Uno el martes, otro el miércoles, otro el jueves, con la innegable rigidez de la muerte. Los autos los esquivaban como podían, hasta que Verónica reprimía el asco y la pena y los corría hacia la zanja, mirando de reojo la casa de rejas blancas, porque Verónica no creía en las casualidades.
En esa casa pasaba algo raro, Verónica lo percibía. Demasiado silencio siempre, demasiada quietud. Todos en la cuadra sabían que la casa estaba habitada por una pareja con dos hijos pequeños, y nadie sabía nada más.
- ¿Y qué se supone que vas a hacer, Verónica? ¿Tocarles el timbre y preguntarles por los gatos muertos? Ni se te ocurra, ¿me escuchaste?
El padre de Verónica habló claro y Verónica, niña obediente, le ofreció un dócil sí papá, y luego salió a la vereda, cruzó la calle y no tocó el timbre de la casa extraña sino que se trepó a las rejas y saltó al interior con la impunidad que creía que le otorgaba el tener doce años, en busca de las respuestas al misterio de los gatos muertos. Y adentro no halló gatos muertos ni vivos, pero encontró a los hijos de los dueños de la casa atados a la cama, quemados, cortados, y mudos de espanto. Y encontró un teléfono y llamó a su padre, y le dijo que llame a la policía antes de que los padres de los nenes volvieran del trabajo.
Y mientras la policía y los canales de televisión se ocupaban del caso del día, Verónica vio cómo el almacenero, escondido tras el escudo del tumulto, le agregaba un polvillo innecesario y por lo tanto sospechoso a un plato de leche que, instantes después, le ofrecería a un gato que esperaba con relamida ansiedad. Entonces Verónica se resignó a ser heroína no como hecho aislado sino como tendencia, y llamó a un policía que estaba cerca suyo, y le dijo que el almacenero era un asesino de gatos, y que lo que sucede tres veces sucede cuatro, y que los gatos muertos eran tres.
66 Comments:
Qué enorme placer pasarse por aquí y leer unas cuantas historias atrasadas...
Me alegro tanto de encontrar tus relatos...
Muchos besoss
Gilda me ha impresionado mucho este texto. Tampoco yo creo en las casualidades, pero espero no tener la fortuna de esta niña de doce años...
Besos!
Bueno pues quien encuentra dos le queda la tercer que cualquiera sabe lo que la deparará.
Me ha impresionado mucho, de gusto leerte
Precioso el cierre, bueno todo el relato, como siempre, pero el final, más.
Pobre Verónica, resignarse por tendencia...
KdK :)
Aaah!!! los niños y los gatos también, pobres...jé
:( Pobres gatos.
Con lo felices que serían cantando villancicos...!
Ya no sé si entendí bien, los niños estaban descuartizados?
Joder, ojalá que no!!!
Besos.
Toro: no, no. Lastimados, que es bastante.
Apapachos!
:)
Buenas Gilda,
Encontre tu espacio de casualidad leyendo otros sitios amigos que suelo frecuentar.
Prometo volver a visitarte para leer tus escritos.
Un placer descubrirte!Saludos
Mariana
Es muy bueno cómo escribís, lo hacés de una forma excelente y transmitís a quienes te leemos exactamente lo que pasa a tus personajes/historias.
No te había comentado nunca, pero trato de leerte siempre que puedo, ya que tus escritos siempre te dan ese otro punto de vista por el cual ver las cosas que a veces tienden a minimizarse. O, no minimizarse, pero que a veces no se ven tan claras.
Saludos desde Entre Ríos :)
Antonella Piacenza.
Ves, todo tiene que ver con todo; por suerte también suelen haber tres Verónicas.
Me ha gustado la actitud valiente de Verónica. Es muy interesante, como para seguir adelante, me quedé colgado pensando en los gatos muertos...siempre ronda un misterio en torno a los gatos. saludos!
Cuantas veces buscando una cosa encontramos otra? a mí me pasa todos los días...Muy bueno! Todavía Verónica tenía la edad en que la enfermedad de la cordura no te inmoviliza...
Pobres gatos, ese es un psicópata jo :(
Besicos
Lo vuelvo a repetir: relatas muy bien. Y la forma como dosificas la información (que es una niña..., que tiene 12 años..)me parece excelente.
Un placer leerte.
Gracias a la curiosidad de Veronica, y a que no creía en las casualidades, se descubrió un doble crimen.
Un beso
Mariana, Antonella, bienvenidas.
:)
Gracias a todos.
Apapachos!
Qué manera de narrar y de llevar las cosas a buen cauce...
Maravillado me hallo, se ha convertido en una tendencia :)
Besos
impresionante relato...pensar que hay gente tan malvada!
Este me gustó particularmente. Será que no me gustan los gatos y que lo escribiste de mil maravillas.
Beso!
Y todos nos convertimos en simples datos de la estadistica.
Me gustó tu cuento. Nos historias para explicar lo mismo. Tiene un no se que.
:) Toda una heroina. Y es que hace falta gente observadora, q se de cuenta de q son 3, y q 3 son demasiados.
A mi tampoco me hace mucha gracia los gatos... pero me ha gustado el relato.
Saludos y salud
Me encantó la voz de la narradora, con una mezcla de inocencia y ternura que hace no puedas dejar de leer.
Luego está lo de los gatos. Como dueño de uno (es una manera de decirlo, porque en verdad es él quien me maneja a su antojo), siempre experimiento una suerte de escalofrío cuando leo relatos en los que los gatos son las víctimas.
Ha sido magnífico, de verdad. Cada día me sorprendo más con tus escritos, me dejaste sin palabras, parecía un inocente relato, que se transforma en tenebroso en pocas líneas.
Siempre me dijeron, cuando tres personas te dicen lo mismo es la hora de creérselo o preocuparse, según lo que te digan!
Besos
Atrapante y paralizante como el plato de leche
;)
musa
Tienes una capacidad envidiable para majerar el ritmo de tus relatos, Gilda. Esa es la tendencia!
Maravilloso relato. Muy bueno, buen ritmo, paralizante cuasi-final (he tenido que leerlo tres veces, no es casualidad), y el remate es justo.
Besos. Sigue así, y publicando, claro.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
¡PLÍÑ! un treinta Arcángel; yo a esa niña la pongo en mi lista de ídolas doceañeras; ¿sabe, cuando niño me enamoré de "Marysol, un rayo de luz", o sea, de PEPA FLORES (¡que no vea cómo se puso 12 años después!)
La lista stá así:
JULIETA
MARYSOL
VERÓNICA
GILD... ¡No Ud. está mayor para esta lista!
Luzbel: entonces espero entrar en su lista de ídolas veinteañeras. Bah, no, ídola no, me asusta esa palabra.
Yo quiero mucho a Verónica, más que a otros personajes propios.
:)
Apapachos a todos!
me gusta la frase "se resignó a ser heroína no como hecho aislado sino como tendencia"
Hay casualidades que se nos imponen...y hay que resignarse..
Un apapacho! (creo que es la primera vez en mi vida que lo digo... me gusta! :-)
Todo tiene un porque y Veronica pude ser dos veces heroína. Y seria tres gatos triste los muertos nada mas.
=)
Besooo Gilda!=)
La audacia de los doce años, la valentía de quien no acepta la injusticia... Me cae bien Verónica
Besitos
Oleee olé olé oléee, Gildaaa, Gildaaaa!!!
Verónica tenía un sexto sentido maravillosamente desarrollado, igual que tu sentido de la escritura... :)
Besicos
me encanto.lo único que me dan pena los gatitos. muy bueno lo de heroina como tendencia.la heroina nace o se hace? un saludo
Precioso relato. Qué bien cuentas la fuerza de los doce años.
un beso
Te imagino a ti, niña de 12 años intrépida y un poco solitaria..tú eres la nena Verónica -y le agradan los halagos del trabajo bien hecho..pero los cumplidos no la desbordan- :-)
Que te voy a decir que no te hayan dicho tus lectores..escribes muy bien, es más, cada vez escribes mejor, más fluido,con oficio, como los grandes!, y no sabes bien, como se agradece que sean relatos cortos..por que los hay que se entregan con tanto entusiasmo al post del día, que hay que leer el equivalente a un capítulo de un libro o_O
"si sucede dos veces ya es tendencia"...me ha encantado !!! =_O
Apapachosy petonets para ti
Me gusta tu imaginación
Un abrazo
Gracias a todos por sus comentarios.
:)
Apapachos!
Por un momento pensé que el almacenero envenenaba a los gatos como absurdo y cobarde método de llamar la atención de otro que sí tuviera el coraje de descubrir la aberración de esa casa.
Besossososos
Tú eres buena narradora como tendencia.
Un beso
qué niña más linda la Verónica esa! ya hay poca gente que ese preocupe tanto por los gatos y es que cada vez somos más insensibles...buen y simpático relato.
un abrazo
Es que para ser una heroína hay que ser curiosa primero.
Muy bonito cuento, como siempre.:)
Un beso_
Tienes tendencia a escribir fenomenal...
Besos (al menos tres veces).
Luz: no, no, era malo en sí mismo, no como acto heroico. Ojo, que eso que pensaste puede ser el argumento para otro cuento.
:)
Apapachos a todos!
Buenísimo.
Bien por veronica..
yo tampoco creo en las casualidades.. para nada!..
me ha gustado mucho.. te dejo abrazos.
Pues esta vez la curiosidad no mató al gato, sino más bien al contrario: la sana curiosidad y la intuición hicieron que no se mataran más gatos ni se siguiera destruyendo la infancia de unos seres inocentes y ahogados en la desgracia...
Ojalá supieramos actuar así cuando algo no nos cuadrara... otro gallo nos cantaría...
Un beso GILDA :)
Me encantó este texto.
Hermosa prosa, por cierto.
Besos.
Me pregunto: ¿No está jugando el narrador un poco inopinadamente con el lector, sin un motivo claro, sólo porque sí?
Y si la respuesta es sí, o la respuesta es no, me pregunto a continuación: ¿Es así como nacen los héroes, sin querer y sin que lluevan de una galaxia lejana?
Y sin esperar aclaración ―a renglón seguido, que diría un señor carpetovetónico con el que comparto el barrio― sigo: ¿Cómo algo vivo puede estar quemado y cortado y continuar con su condición vital?
Y finalmente: ¿De dónde vamos y adónde venimos?
Sos demoledoramente Gilda, siempre.
Hank: sí, puede. Puede estar levemente cortado y levemente quemado, y continuar vivo. Si vos te imaginaste a dos niños incinerados, eso demuestra que tu imaginación es independiente.
Muy bien por vos.
:)
Apapachos a todos!
Me simpatiza esta heroína. Estuvo a la altura de las circunstancias que le tocaron!
Besos, Amiga Querida!
:)
Tu pluma me ha dado escalofríos. Ya no seas tan cruel eh? ja!
La curiosidad mató al gato, eso dicen.
Besotes.
no quiero a Veronica como novia o algo Gilda, vos un tipo asi, aceptarias? beso grande
Hola!! jooo... pobres gatos... la gente es lo peor!
A Verónica la vida le da para mucho descubrir porque ella tiene esa tendencia :)
Un personaje estupendo que daría hasta para una serie de cuentos.
¿Y por qué no la pones a investigar el caso de las carteras y las botas?
:)
En serio; me ha encantado Arcángel.
Un gran beso
la vida de cada día con todo su peligro y toda su prohibición, y usted y yo en ella escribiendo y escribiéndonos, mi señora, dulce señora
s
Trenzas: no es mala idea... seguro que Verónica saca algo en limpio.
:)
Apapachos a todos!
Me ha encantado,es precioso y el final de "como tendencia" es genial.
¡Qué bien que escribes!
Inuits
Eres muy divertida, Gilda. A pesar de lo que cuentas... Te metes en esa mente curiosa e incansable y nos devuelves a la edad de 12 años... cuando las respuestas no satisfacían nuestras preguntas y no pensábamos sin pensar que todo es casualidad.
Un saludo.
Te leí hacia atrás, pero te leí. Genial.
(y por un segundo pensé, como Hank, en niños quemados y cortados por completo...Mi imaginación debe ser, también, independiente)
Apapacho para ti.
Si tu cuento tuviera imágenes, me lo imagino como un comic y hasta casi puedo ver el traje de superheroína de Verónica.
Impecable.
Ojalá conserváramos la intuición infantil sin los bloqueos resentidos de la madurez, cuánto sabe ese instinto infantil y su curiosidad hasta que los miedos le aprisionan.
Yo también lo hubiera visto como un presagio y no como una casualidad.
Besos
pobres gatinhos!
eu tenho tres!
gostei do que li,
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