19 julio, 2008

Macondo

Estoy leyendo una vez más Cien años de soledad. Ya canso, lo sé. El tema es que ahora me dí cuenta de una particularidad; es decir, ya antes lo sabía, pero es ahora cuando el detalle me golpea.
Aureliano Buendía es pedófilo. Aureliano Buendía, uno de los personajes más importantes y memorables de una de las mejores novelas de la historia de la literatura, es pedófilo. Y lo que me espanta más que el hecho mismo, es que lo leemos y lo aceptamos como parte integrante de la llamada literatura fantástica: una mujer que airea sábanas levanta vuelo de golpe, un hombre deja cacharros con agua por toda la casa para que el fantasma del tipo que murió asesinado por él tenga con qué lavarse las heridas, el coronel Aureliano Buendía espera a que su novia alcance la pubertad para al fin casarse con ella. Lo leemos y sentimos ternura cuando el hombre laberíntico que engarza pescaditos de oro se queda sin habla frente a la niña del vestido de organdí. Nos conmovemos y no nos asombramos demasiado cuando vemos que nadie le dice oíme, enfermito, tiene once años, sacá los garfios de ahí. En Macondo, hasta la pedofilia es normal.

Hace tiempo me pasaron este texto de, me dijeron, Ricardo Piglia: “El escritor es un desmitificador, un delator. Si nuestra sociedad tiende a ocultar lo real y el lenguaje es el elemento fundamental de ese escamoteo, el escritor debe emprender el camino inverso, quebrar la máscara del lenguaje y de ese modo iluminar, corromper y finalmente cambiar la realidad. El lector es mi enemigo: no quiero dejarle otro escape que el enfrentamiento con su propia conciencia. Escribo para incomodar al lector, para molestarlo, para impedirle vivir tranquilo”.
Yo no sé si la intención de García Márquez fue impedirnos vivir tranquilos o simplemente crear el pueblo más famoso de la literatura de habla hispana. O tal vez ni siquiera eso. La cuestión es que, amparado en el recurso de lo fantástico y queriéndolo o no, el escritor colombiano siembra minas bajo la tierra: Aureliano Buendía es miembro de una de las familias más trascendentales de Macondo, y don Apolinar Moscote es un político que no goza de las simpatías de los habitantes. Don Apolinar Moscote necesita ganarse un lugar. Aureliano Buendía se enamora de la hija de once años de don Apolinar Moscote. Don Apolinar Moscote entrega a su hija, y las familias están en paz. Y a nosotros nos parece normal, porque en Macondo todo es normal, hasta que lo leemos tantas veces que recitamos párrafos de memoria, y entonces agudizamos la pupila y leemos entre líneas, y diferenciamos lo normal de lo acostumbrado. Y ahí, justo ahí, descubrimos que Aureliano Buendía es pedófilo, y ya no nos enternecemos sino que nos espantamos, y no tenemos otro escape que el enfrentamiento con nuestra propia conciencia.

Una vez más, la literatura revela su contextura revolucionaria, y demuestra que la comunicación sí es posible.

58 Comments:

Anonymous Anónimo said...

cuando uno escribe, cuando uno lee, la moral no cuenta, lo bueno de la literatura es que puedes quebrantar la ley tanto como desees, para eso la hecemos, es nuestro escape y nuestra libertad

pobre del escritor que se detenga a medir antes de volcar lo que la fuerza dicta

un beso

19/7/08, 4:45 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿Te acuerdas de lo que escribí hace poco acerca del lenguaje políticamente correcto? ¿No será más bien que es eso lo que hace que nos cuestionemos y veamos con otros ojos lo que siempre vimos como normal, porque estaba perfectamente contextualizado en una obra artística y por tanto ajena a ese tipo de planteamientos?
Nadie dijo jamás nada de eso acerca de Cien años de soledad. Pero fíjate la que se montó con el principio de Memoria de mis putas tristes, justo por la edad de una de las protagonistas... Yo creo que va a ser esa mojigatería que no es capaz de diferenciar la ficción de la realidad, que mezcla churras con merinas y que en definitiva nos hace la mente cada día más estrecha.
Y si alguien ve en esto una opinión favorable a un hecho absolutamente aborrecible y delictivo, se equivoca. Del todo.

19/7/08, 5:31 p. m.  
Blogger Arcángel Mirón said...

Bruja, los que censuraron Memorias de mis putas tristes no leyeron Cien años de soledad. Imagino que no lo hicieron. Si no, no entiendo.

La literatura permite cosas que la realidad no tolera. Insisto: la naturalidad que reina en un ambiente erróneo es síntoma inequívoco de caos o tragedia. Y cuando esto sucede en una ficción, quien observa tiene la posibilidad de plantearse qué pasaría si eso mismo sucediera en la realidad. Ahí está la revolución de la literatura. Yo coincido con Piglia. El escritor es un delator, debe ser un delator. El escritor escribe ficción para, además del placer incomparable de hacerlo, cambiar la realidad.

19/7/08, 5:50 p. m.  
Blogger Fernanda said...

Las letras que están ahí derramadas deben ser tomadas y moldeadas, vistas, analizadas, y adaptadas... el realismo mágico deja hasta la pedofilia como natural, y es ahí donde el lector hace el juicio que quiere, sabiendo que es y no es correcto en la sociedad que le tocó vivir.

Mi Bisabuela se casó a los doce años... Eso, ahora(es decir en estos años, con estas enseñanzas y costumbres) en mi familia es realmente un imposible, que sólo puede verse en los antiguos libros de realismo mágico, o en los diarios de vida de mi abuela.


Un beso Gilda, buen finde.

19/7/08, 6:23 p. m.  
Blogger Luna Carmesi said...

Feña en su comentario cita el dato de su abuela. El contexto historico donde determinadas relaciones son aceptadas cambian en el tiempo... Afortunadamente.

El escritor, el narrador, el escribiente en definitiva muestra su relato, esa realidad que puede nada gustarle o simplemente no quiere dictar sentencia.
Poe y Carroll hubieran tenido otro tipo de comportamiento distinto... En realidad no lo sé...

:-/

19/7/08, 7:17 p. m.  
Blogger Diego said...

Siempre ha existido en los autores de poéticas la discusión acerca de si en una obra debe prevalecer lo moral, lo estético, o se debe dar una conjunción equilibrada de ambas. Por suerte, el siglo XX (incluso el XIX tardío)trajo una mayor preocupación por lo estético (pensemos en el simbolismo), que enriqueció incalculablemente nuestra experiencia como lectores. Esta misma indiferencia que podemos sentir ante un caso expreso de pedofilia es lo que ha pretendido la estética moderna, y García Márquez es un representante indiscutible de esa búsqueda. Piglia tiene razón, pero sólo como exponente de una determinada visión del arte, la que busca que el lector indague su conciencia. Pero no todos los escritores podrían seguir esos pasos; simplemente no podrían. Por suerte. Pero es un tema para discutir muy largo. Un abrazo

20/7/08, 2:58 a. m.  
Blogger TORO SALVAJE said...

No había reparado yo tampoco en ese hecho. Quizás porque dentro de la magia de esa novela damos licencia de fantasía a todo lo que en ella ocurre.

Si en vez de novela fuera una noticia seguro que lo veríamos de otra forma.

Besos.

20/7/08, 4:45 a. m.  
Blogger oliver sotos gonzález said...

Gilda, no sólo el post es enorme, sino también el debate que has abierto. Me encanta. Y qué voy a decir de Cien años de soledad.

Yo también citaré la publicación de Brujaroja sobre el lenguaje políticamente correcto, ya que dejé el respectivo comentario.

En este mundo tan globalizado, en el que las noticias pierden su actualidad a la milésima de segundo de haber sido publicadas en una edición digital, la noticia está perdiendo su valor, o por lo menos yo creo que no llama tanto la atención. ¿Tsunamis en Afganistán? ¿Sequía en Bangla Desh? Pues muy bien, total, otra más...

Yo soy de los que también pienso que "el medio es el mensaje". Y ahí entramos todos los que juntamos unas cuantas letras para escribir. ¿Qué sucede si una ovejita lee? Pues que piensa, y si piensa quiere seguir leyendo. Y a lo mejor deja de ser ovejita. Mejor que no lea, y seguirá siendo ese pacífico-y-fácilmente-guiable-animal.

Y lo mejor que tiene la escritura es que podemos contar aquello que más nos llama la atención de modo que sea perfectamente digerible, hasta incluso aceptado sin ningún tipo de recelo.

Por eso, y gracias al mayor medio de comunicación de masas, que es internet, podemos transmitir todo lo que llevamos dentro, que, por otro lado, no podría ser posible si no existiera la red.

Si ya pasó con la imprenta, saquemos partido a la comunicación masiva, que ya lo hacemos. Carguemos nuestras plumas... y a la guerra!!!

20/7/08, 4:49 a. m.  
Blogger Benjuí said...

Dudo mucho que García Márquez pretendiera denunciar la pedofilia y el machismo en su novela.

Creo, simplemente, que su genio describió la sociedad colombiana tan acertadamente que ahora nosotros podemos entender muchas corrupciones que para él eran conductas naturales.

20/7/08, 5:32 a. m.  
Blogger CarmenS said...

La literatura se permite personajes con los que no nos gustaría, en la vida real, convivir. Igual que el arte plástico. No se trata de crear héroes a imitar, sino de reflejar situaciones extravagantes y extrañas, ficticias, llamativas, no con el fin de que las imitemos, sino de que reflexionemos.
Ahora no soportaríamos a un tipo pedófilo, pero hace unas décadas, siglos quizás, era costumbre casar a las niñas con tipos mayores. En la historia de España tenemos casos: los reyes se casaban con sobrinas suyas que tenían 14 años o menos, cuando ellos ya rebasaban los 30 o los 40. Las situaciones cambian y ahora eso no se permitiría. Pero la historia no se va a cambiar por poco que nos guste.
Yo jamás entendería a un adulto que se enamorara de una criatura, pero eso no implica que rechace un libro y, aun menos, que cuestione Cien años de soledad, el cual he leído cuatro o cinco veces ya.

20/7/08, 5:38 a. m.  
Blogger Camille Stein said...

la literatura es transgresora, y en el caso de García Márquez vivamente mágica... en otros tiempos, en otras culturas, las relaciones sexuales se iniciaban en edades muy tempranas, los matrimonios se pactaban cuando los cónyuges era apenas unos niños... en realidad desconozco la intención del autor al mostrar este aspecto de Aureliano Buendía

la literatura, como ficción, otorga licencias que la realidad no admite, pero que en cualquier caso no desvirtúan la calidad de la obra transmitida

me acuerdo ahora de Lewis Carroll y su vida supuestamente licenciosa, del Marqués de Sade...

un beso

20/7/08, 5:45 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Supongo que yo aún no lo he leído tantas veces como para diferenciar lo normal de lo acostumbrado. Pero, gracias a ti, ya puedo dejar de vivir tranquila y saber que Aureliano Buendía es pedófilo, que a mí hasta ahora sólo me causaba ternura.

Eres una genia, Gilda. La literatura pasa por tu filtro y hasta parece sencilla. Me ha recordado a aquel comentario que me dejaste... el tío de Rosario García abusaba de una menor... pero se lo perdonaste, por ser fantasía.

Perdonaremos a García Márquez, entonces.

20/7/08, 11:07 a. m.  
Blogger Arcángel Mirón said...

Pluma estilográfica: tal cual. Eso es. "¿Qué sucede si una ovejita lee? Pues que piensa, y si piensa quiere seguir leyendo. Y a lo mejor deja de ser ovejita. Mejor que no lea, y seguirá siendo ese pacífico-y-fácilmente-guiable-animal".

Nunca mejor dicho.

Apapachos a todos.

:)

20/7/08, 12:09 p. m.  
Blogger dany said...

y si. tenes razon.no hay otra ahora tenemos que hacernos cargo ...diferencial lo normal de lo acostumbrado..ja, seria la clave para solucionar mas de un problema...
te quiero, feliz dia del amigo.

20/7/08, 12:31 p. m.  
Blogger memoria said...

Has organizado un debate en el que al parecer todos tenemos algo que decir. He leído los comentarios y, como ha de ocurrir en los debates, los hay para todos los gustos.

La pedofilia es execrable en todos los ambientes y todos los países. Las costumbres de las bodas entre niñas y adultos no es considerada como tal en las culturas cuya tradición así lo demanda. ¿Que deberíamos denunciarlo, al igual que lo hacemos con, por ejemplo, la ablación? Posiblemente sí, pero solemos mirar para otro lado.

En cualquier caso, querida Gilda, aquí se está hablando de literatura. Si tuviéramos que denunciar todos los casos, acabaríamos leyendo con los anteojos del censor bien colocados. Y eso, amiga, le restaría gran parte de magia a nuestras lecturas.

20/7/08, 1:49 p. m.  
Blogger inespoe@gmail.com said...

Bien lo has dicho Gilda, pero es que Caracas es Macondo y Montevideo, Buenos Aires, Bogotá. Somos eso. Hay cosas que nos espantan, sin embargo, enmarcadas en la realidad lationamericana, son posibles.

García Márques retrató a través de Macondo a una vasta región, nuestra identidad.

Creo que esto de lo real maravilloso es tan nuestro. Aureliano era pedófilo pero en Macondo eso es normal y en algunos sitios de latioamérica también. La lengua tiene el poder de atrapar, como la en la fotografía a la imagen, a la realidad vista desde sus distintos ángulos, perspectivas. Excelente texto Gilda, nueva reverencia de mi parte para ti.

20/7/08, 3:06 p. m.  
Blogger Belén said...

No me había dado cuenta de este dato querida Gilda, pero lo tendré que releer a ver si coincidimos, lo que pasa es que cuando lo leí era joven, y no recuerdo tantos datos...

besicos

20/7/08, 4:53 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Me busqué la vida para poder conectarme, amiga y raudo encontré el camino de regreso hacia tu blog. Añoraba leerte.
Como fanático de García Márquez, también me dejé seducir por Cien años de soledad. Pienso que las obras de arte no tienen por qué ser políticamente correctas y por eso quizás, se acepte todo en esta novela.
Interesante reflexión y un placer estar de vuelta.
Espero que estés muy bien y que todo te vaya genial. Cuídate mucho, escritora.
Un beso enorme.

20/7/08, 5:25 p. m.  
Blogger Hank said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

20/7/08, 5:39 p. m.  
Blogger MentesSueltas said...

De una belleza que impresiona. Gracias por permitirme disfrutarlo.

Te dejo un abrazo Gilda y otro más.

MentesSueltas

20/7/08, 5:46 p. m.  
Blogger Gi said...

El escritor nos enfrenta con aspectos de la realidad que muchas veces queremos negar, pero como la lectura nos dá placer, las naturalizamos. Será eso? no lo sé, yo igual, a Gabo, lo seguiré amando...y no soy menor ja!

20/7/08, 11:51 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Entre tu grandioso post y los comentariso encontrados (como ese de pluma estilográfica) no puedo decir más que justo hoy discutíamos (con amigos) sobre este magnífico escritor y su obra, incluso quedamos de hacer nuevamente el mismo viaje que acabás de hacer por Macondo...

Saludos...

21/7/08, 2:10 a. m.  
Blogger LOCA!!.. como tu madre said...

Lo mío fue a la inversa, yo sí me dí cuenta...pasa que cuando me regalaron ese libro tenía 11 años, imposible no pasarlo, luego cuando fui mas grande y lo volví a leer ya no tomé muy en cuenta ese detalle.
Curiosa forma de comunicación.
Salutes

21/7/08, 2:55 a. m.  
Blogger Soy ficción said...

Bueno, yo me percate a la primera, y desde luego no me enternecio, no se si es q tengo una sensibilidad especial ante estos temas, pero se me puso la piel de gallina y cerre el libro de golpe, como quien descubre un crimen tras una puerta cerrada.

21/7/08, 4:41 a. m.  
Blogger Galder Reguera said...

Se lee muy mal un libro cuando se juzga a los personajes. Yo recuerdo ese detalle, pero no me horrorizó, ni mucho menos. Lo que de verdad me horrorizan son los personajes que piensan como robots, los escritores que transcriben los pensamientos de éstos como si fueran silogismos aristotélicos y las historias que sólo nacen para proveer moralejas que nadie pide y reducen la literatura a una idealización de la vida real para, supuestamente, mejorar a los hombres. Eso sí es para tirarse de los pelos, y ejemplos no faltan.

21/7/08, 5:35 a. m.  
Blogger malditas musas said...

Contextualizar me parece la mejor manera de interpretar. Para la generación de nuestros abuelos casarse a los 13 años no era algo extraño, algunas familias hasta prometían a sus hijas siendo estas niñas, era la costumbre.
En esta sociedad en que los adultos son adolescentes nos parece extraño, pero esto era parte de lo cotidiano: antes la gente crecía de otra forma. O envejecía sin crecer, igual que ahora.

;)
besotes
musa

21/7/08, 6:35 a. m.  
Blogger Inuit said...

Fíjate que durante muchos veranos mi libro de reencuentro fue "El amor en los tiempos del cólera" Allí también pasa de todo, pero ese hilo de amores contrariados y esa tenacidad bordeando lo enfermizo, es de una delicia extrema, y ese barco que puede ir arriba y a bajo del río hasta la eternidad de ellos.....
Bueno,perdona que divague sobre el libro de mis veranos.Será que creo,también ,en el posible eterno, el amor, bajo cualquier circunstancia.
Inuits

21/7/08, 7:05 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

En Macondo comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Una vez leí una crítica a "Memoria de mis putas tristes" por razones similares.

Saludos.

21/7/08, 7:33 a. m.  
Blogger pennylanebcn said...

Muchísimas gracias por estar ahí.

Ya estoy de vuelta. Ahora más que nunca.

Gracias. De corazón.

21/7/08, 8:41 a. m.  
Blogger MATISEL said...

El escritor a secas, nos distrae o nos aburre...el buen escritor nos distrae, nos remueve el interior y muestra tan bien ese lado oscuro humano que te estremece...porque es muy real. Creo que por eso a veces a mucha gente le espantan los buenos escritores y prefieren...lo más comercial y fácil.

Abrazos

21/7/08, 9:09 a. m.  
Blogger Carlos said...

Supongo que habría que situarse en tiempo y lugar.

Aún hoy (para horror de muchos) hay culturas que permiten y difunden el casamiento con menores.

Com dices, la literatura debería ser un arma de denuncia.

Un beso.

21/7/08, 6:41 p. m.  
Blogger Raúl said...

Aquel escritor que tenga como capricho o intención conseguir que su obra se convierta en guía, tiene un gran problema de ego. No sé yo si la literatua como arte, ha de ser medida desde el interior, o sencillamente desde la forma. Si me encontrase en la necesidad de elegir, optaría por esta última postura. El arte es, ante todo, forma. Y Macondo en una gran novela.
Saludos.

21/7/08, 8:43 p. m.  
Blogger Perséfone said...

No puedo hablar con propiedad sobre el personaje puesto que no he leído la obra que comentas (sí, losé, debo ser la única persona sobre la faz de la tierra que no lo ha hecho).

Pero tenía que decirte que estoy totalmente de acuerto con tu reflexión final.

Un abrazo.

21/7/08, 9:29 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

impresionante!
es lo que me gusta de leer una y otra vez lo que por algo nos sacude a la primera, y que de entrada no quedamos del todo satisfechos a pesar de la exitación de la buena lectura.
ese algo que falta, que no termina de convencernos, incita a releer y releer y releer, y siempre hay algo más.. la comunicación sin límites.

abrazote!

22/7/08, 6:24 a. m.  
Blogger Juanma said...

Dejando claro y cristalino que condeno enérgicamente toda manifestación, por leve que pudiera parecer, de la maldita pedofilia, añado:
La moral, afortunadamente, no se cuela en la buena literatura, de lo contrario sólo se escribirían "Vida de santos" y el hombre jamás hubiera salido de las capillas, ermitas, iglesias, catedrales...

Un abrazo.

¡ Salud !

22/7/08, 9:34 a. m.  
Blogger Arcángel Mirón said...

No digo que se busque, a propósito, dejar un mensaje moral en el lector. Digo que, además de la literatura por la literatura misma, el escritor a veces consigue revolucionar. Eso, no más.

Me duele la garganta horriblemente.

Apapachos a todos.

:)

22/7/08, 11:36 a. m.  
Blogger Diabliya Cronopio said...

No me acordaba de haberme detenido en eso, tal vez sí. Como cuando me detuve al escuchar a mi abuela (tal como uno de los chicos comentó)contarme que había conocido a mi abuelo cuando ella tenía 11 años y él 18, y era 1932.
Creo que García Marquez respeta en su historia las costumbres de una época, y poniendo su cabeza allí, no intenta mostrar a Aureliano como pedófilo. Pero en fin, qué bueno que cambien los tiempos y no se vea bien o normal que una niña de 11 años esté pronta a casarse, porque no está bien. Por otra parte, qué bueno que la literatura permita todo, sobre todo cuando se trata de Macondo.

22/7/08, 12:26 p. m.  
Blogger Sureña said...

Pasa con ese tipo de datos lo que tú dices, que quizá no te percatas hasta que no lo has releído hasta la saciedad; y depende, por supuesto, del contexto en el que el escritor nos sitúe...

Besicos

22/7/08, 2:15 p. m.  
Blogger Clarice Baricco said...

Quizà hemos perdido el sentido de la objetividad, que cuando leemos, nos olvidamos de todo, los ojos se quedan sin la lupa tan necesaria como tù la tienes.
Quizà ya todo lo vemos tan normal que no distinguimos entre el bien y el mal.
Quizà recordar los tiempos biblìcos o sus derivados en tiempos pasados.
Quizà la literatura nos permite jugar y olvidar.
Tantos quizàs....

Lo que si me gustarà es que un dìa puedas preguntarle a tu admirado don Gabo.

Me agrada tanto venir a tu casa y seguir sorprendièndome y seguir aprendiendo.

Besos

G

22/7/08, 4:08 p. m.  
Blogger My said...

cuando abres un libro, sus paginas te devoran, te envuelven, te atrapan.. te secuestran y te llevan a ese mundo en el que a veces tú.. también asumes un papel importante.

cuando terminas de leer, lo cierras, y las tapas son como cofres que guardan los tesoros más codiciados, más deseados por aquellos que no tuvieron el valor de llegar hasta ellos.

El autor 'abre' su mundo al lector y lo introduce en él.
Aceptas sus reglas, todo vale.
Quiere crear revolucion? La crea.
Quiere crear intriga? Lo hace.
Y está en nosotros el pasar la página o no para seguir adelante.

No me asusta que Aureliano Buendía sea pedófilo, por desgracia es una ventana a la realidad de este mundo..
lo que me asusta realmente es cerrar el libro y darme cuenta de que eso era solamente una novela.. y que esos personajes están fuera de ese libro, en el dia a dia, conviviendo dentro de nuestra propia realidad.

22/7/08, 4:36 p. m.  
Blogger Raúl said...

Mejor de tu garganta?

22/7/08, 9:12 p. m.  
Blogger Álvaro Dorian Gray said...

Aunque ya lo han dicho por arriba, García Marquez es tan grande y tiene una literatura de tan enorme que lo que en otro sería una barbaridad él lo expone con ternura y te llega a caer bien. Memorias de mis putas tristes y su principio.
Saludos y salud

23/7/08, 4:46 a. m.  
Blogger NoSurrender said...

Vaya, Arcángel, qué casualidad. Hace un par de días hablé de la pedofilia de Aureliano Buendía. No es un tema de conversación muy recurrente, no. debemos tener algunos circuitos conectados ;)

La verdad es que la pedofilia vuelve a interesar a GGM en El amor en los tiempos del cólera, donde Florentino Ariza presenta también esa afición selectiva.

Saludos desde esta parte del mundo, a cuarenta grados bajo el sol.

23/7/08, 7:22 a. m.  
Blogger Daniel Rico said...

Hola:

De cien años de soledad dijo Borges que los primeros cincuenta estaban bastante bien.

La ultima vez que lo leí me conmovió la masacre en la plaza y el tren lleno de cadáveres apilados como manojos de bananos, y el único testigo a quien nadie le cree. Me pareció la descripción perfecta del animo de la gente tras la represión en latinoamérica: pilas de cadáveres desvaneciéndose en la incredulidad y la indiferencia.

Sobre la pedofilia, estoy de acuerdo con vos, senti lo mismo cuando lei LOLITA de Nabokov, me acuerdo que pense ¿no se dan cuenta que este tipo es flor de degenerado?

Ambas obras son grandes muestras de arte, no tratados de moral

23/7/08, 9:43 a. m.  
Blogger MamaBeKer said...

El esquema es bueno y la comprension tambièn. Yo estoy leyendo de Garcia Noticias de un Secuestro. Vengo recomendo del Doc 9, y sus Apuntes a este sitio, felicitaciones

23/7/08, 10:51 a. m.  
Blogger El Secretario said...

Hola Arcángel.

YO no soy escritor...

Y me gusta revolucionar, confundir, enredar, descuajaringar..., a los que entráis en mi blog a leerme.

No lo podría concebir de otra manera.

Incluso con la música.

En mi última entrada coloqué la canción "Mentira" de Manu Chao; lo hice a propósito.

Más de uno se habrá quedado con la duda de si lo que cuento...

Pero es así.

; )



Abrazo con-fundidor y sanita esa gargantita de Hildarcángel.

23/7/08, 1:11 p. m.  
Blogger Arcángel Mirón said...

A quienes preguntaron: mi garganta está mejor, gracias. Pero todavía no puedo cantar como Janis Joplin.

Apapachos a todos.

23/7/08, 2:05 p. m.  
Blogger Nootka said...

¿Y el Amor en tiempos de Cólera?
¿Y la Cándida Eréndira y su abuela desalmada?
¿Y no será que quiere hablar de la pureza del amor?
A lo mejor es una metáfora.
A mí me gustán las metáforas, lo que no me gusta es la pálabra metáfora. No le pega nada.
Un apapacho.

23/7/08, 7:02 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Por si acaso no te has enterado, decirte que el amigo Ismael tiene nueva canción en su repertorio y que ya la está cantando.
Pon en el buscador del Youtube "Ismael Serrano inédita" y a ver si te gusta tanto como a mí. Me pareció muy buena.
Un beso fuerte angelito y espero que estés de maravilla.
Hasta pronto.

23/7/08, 8:51 p. m.  
Blogger Susana Peiró said...

Es por lo menos "curioso", querida Gilda, que en "Memorias de mis Putas Tristes" , el autor recree las memorias de un anciano, que comienza su relato con "el año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen..."
Esta adolescente, en el relato tiene 14 años. Creo que Gabo no escapa a la cultura machista, sexista, que reproduce la cultura de la "mujer objeto" y la perpetua mediante la literatura.

No me deja tranquila, más allá de sus intenciones...y gustos.
Me revuelve las tripas! (disculpas por el exabrupto, inevitable)

Excelente post!

23/7/08, 9:29 p. m.  
Blogger Unknown said...

Jaja! a ver déjame demitificar algunos más...
Bob Esponja es Gay.
Los pitufos los siete pecado capitales.
La pantera rosa, es Gay, piernas locas Krein idem..
A ver si buscamos en la literatura, En el perseguidor de Cortazar, Jonny Carter es adicto al porro...Otra de los Pitufos... Gargamel es un Cura...
Otra de televisión el Principe Adam de He-man es gay también.. para para no hablemos de Batman y Robin......quiero hacer memoria... Los tres chiflados y flash...y ni hablar de los enanitos de Blanca nieves...tengo más pero ninguno supera este post... Un abrazo Gilda

23/7/08, 9:53 p. m.  
Blogger Antígona said...

Tengo pendiente desde hace mucho la relectura de Cien años de soledad, a falta de un poco de tiempo y calma con que reemprenderla. Pero se me ocurre que a lo mejor está un tanto fuera de lugar llamar pedofilia al enamoramiento de Aureliano. Porque a lo mejor habría que distinguir entre el enamoramiento y el impulso sexual hacia objetos sólo definidos, o primordialmente, por su temprana edad.

Por otra parte, nadie negará que el concepto de pedofilia es fundamentalmente histórico. Los límites para el amor legítimo o moralmente correcto han variado tanto a lo largo de la historia y en las diferentes culturas que uno no puede dejar de percartarse de su arbitrariedad. Nuestra moral es una entre tantas como ha habido. Que García Márquez la ponga en cuestión sólo prueba que su manera de entender y expresar el amor es mucho más rica que la que propone una determinada moral al uso.

¡Un beso!

24/7/08, 5:15 a. m.  
Blogger Bambu said...

Un buen escritor es capaz de hacernos pensar sobre sus personajes tal y como quiere que lo hagamos y así podemos sentir pena por un asesino o incluso un pedófilo... menos mal que la vida no es literatura y en la realidad se paga.

24/7/08, 6:24 a. m.  
Blogger mera said...

Despues de leer los comentarios, poco puedo decir. La literatura universal está llena de ejemplos y la vida tambien. Yo mismo me casé con una mujer de 16 años y no fué por una degeneración, sinó por un enamoramiento. Los ricos de muchas sociedades actuales se casan a los 6o con chicas de diez. No pasa nada si es en casa, no lo vemos si está lejos, no lo entendemos si no es igual...

24/7/08, 9:29 a. m.  
Blogger jarta said...

Solo decirte, antes de marcharme unos días, que me congratulo de seguir leyéndote, como siempre. Entraría en el debate, pero me quedan maletas por hacer. Buen descubrimiento, acertado o no, con metáfora (fea palabra, Nootka!), o sin ella.
Besos rápidos, escritora-periodista.

24/7/08, 9:40 a. m.  
Blogger Zorro de Segovia said...

pues no voy a excusar al señor Buendía, D. Aureliano. Sólo decir que en un libro en el que tantos matan y ser matados, su crimen se relativiza mucho ...

No vendría mal a veces un viento caliente, de ese que azota Macondo en la eternidad de los párrafos perdidos.

24/7/08, 7:24 p. m.  
Blogger Maya said...

Nena, acabo de romper relaciones con Aureliano. Te lo juro. Y da la casualidad que estoy en una ciudad Macondiana. Y tengo el libro en la mesita de noche del hotel. A veces las casualidades me sorprenden, gracias a la buena ventura traje un ensayo mariateguista que me tiene atrapada desde hace quince días.

Y si, no hay duda, pedófilo el señor y Macondo, tierra de nadie.

Besos Emperatriz.

Maya

25/7/08, 11:37 p. m.  
Blogger Xuan said...

Que grande es el coronel Aureliano Buendía.

Cuando se lee (y se escribe), nos tenemos que atener a las reglas propias de la ficción.

12/8/08, 2:55 p. m.  

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