Una mente brillante
Después de varios años de desconcierto, me crucé con Gea. Iba de la mano de un muchacho calvo.
Lo primero que hice fue suspirar de alivio al verla con vida. Lo segundo fue esconderme para que ella no me viera.
La conocí cuando yo tenía catorce años y ella dieciséis, en la puerta de mi escuela secundaria. Me detuve a hablar con ella no recuerdo por qué motivo, y la invité a formar parte del Centro de Estudiantes, donde yo era delegada de mi curso. Gea aceptó de inmediato, y ahora deduzco que si lo hizo no fue por un agudo sentido de defensa estudiantil sino para, por una vez en su vida, sentirse parte de algún grupo.
Gea tenía una mente brillante. Me refiero a que era una de esas personas que tienen todas las condiciones para descubrir una vacuna que salvará a la humanidad o para escribir una de las obras literarias más grandes de la historia. Pero una mente brillante es, a los dieciséis años, un tesoro pesado.
Gea se pegó a mí. Confieso que yo estaba cómoda con ella. Digo, de adolescente me sentía Lisa Simpsons en medio de un boliche de música electrónica, y Gea significó un respiro.
Vivía en una casa que siempre olía a pis ácido de gato. Vivía con su madre, una sufrida maestra de escuela pública, y su padre. Aquí me detengo.
Su padre resultó no ser su padre sino su padrastro. Su padrastro la violaba, y su madre no le creía. Hasta que un día le creyó y lo echó de la casa. Ahí, las implosiones de Gea se hicieron explosiones y comenzaron a afectar a todos los que estábamos cerca suyo.
Gea se puso de novia con un alumno de su madre, un adolescente brutal con voluntad y destino de presidiario, que llevaba un arma de fuego y un par de armas blancas. El chico instaló a su familia en la casa de Gea.
Él no me gustaba y así se lo dije a Gea. Era peligroso, le dije. Gea no me prestó demasiada atención.
Mi instinto de supervivencia me obligó a cortar relación. Pensaba que mis dieciséis años eran muy pocos para cargar con Gea y sus designios.
Después de varios años de desconcierto, la crucé por la calle.
Ojalá que, esté donde esté, viva con quien viva, su brillantez tenga espacio para iluminar. Ojalá que descubra la vacuna contra el sida o, en su defecto, que sea feliz.
Lo primero que hice fue suspirar de alivio al verla con vida. Lo segundo fue esconderme para que ella no me viera.
La conocí cuando yo tenía catorce años y ella dieciséis, en la puerta de mi escuela secundaria. Me detuve a hablar con ella no recuerdo por qué motivo, y la invité a formar parte del Centro de Estudiantes, donde yo era delegada de mi curso. Gea aceptó de inmediato, y ahora deduzco que si lo hizo no fue por un agudo sentido de defensa estudiantil sino para, por una vez en su vida, sentirse parte de algún grupo.
Gea tenía una mente brillante. Me refiero a que era una de esas personas que tienen todas las condiciones para descubrir una vacuna que salvará a la humanidad o para escribir una de las obras literarias más grandes de la historia. Pero una mente brillante es, a los dieciséis años, un tesoro pesado.
Gea se pegó a mí. Confieso que yo estaba cómoda con ella. Digo, de adolescente me sentía Lisa Simpsons en medio de un boliche de música electrónica, y Gea significó un respiro.
Vivía en una casa que siempre olía a pis ácido de gato. Vivía con su madre, una sufrida maestra de escuela pública, y su padre. Aquí me detengo.
Su padre resultó no ser su padre sino su padrastro. Su padrastro la violaba, y su madre no le creía. Hasta que un día le creyó y lo echó de la casa. Ahí, las implosiones de Gea se hicieron explosiones y comenzaron a afectar a todos los que estábamos cerca suyo.
Gea se puso de novia con un alumno de su madre, un adolescente brutal con voluntad y destino de presidiario, que llevaba un arma de fuego y un par de armas blancas. El chico instaló a su familia en la casa de Gea.
Él no me gustaba y así se lo dije a Gea. Era peligroso, le dije. Gea no me prestó demasiada atención.
Mi instinto de supervivencia me obligó a cortar relación. Pensaba que mis dieciséis años eran muy pocos para cargar con Gea y sus designios.
Después de varios años de desconcierto, la crucé por la calle.
Ojalá que, esté donde esté, viva con quien viva, su brillantez tenga espacio para iluminar. Ojalá que descubra la vacuna contra el sida o, en su defecto, que sea feliz.
35 Comments:
hola preciosa. Te quiero agradecer desde lo mas profundo de mi corazon que tanto tu como otros lectores de mi blog esteis ahi siempre en un rinconcito para darme esas palabras que tanto bien me hacen. Se que ultimamente no leo los blogs como tanto me gusta, pero es que me paso el dia con los libros encima y cuando termino lo ultimo que qiero son mas letras, por eso quiero decirte que el proximo lunes por fin termino y asi podre volver a la rutina que tanto me gusta:leeros.un besote enormeeeeeeeeeeeeee
muy buen posteo perla...como de costumbre...
hace rato q no paso a leer tus "cronicas" pero tendras q entender a este humilde compositor de canciones q esta tan cerca de su sueño...vamos a grabar el cd si nada se nos cruza en el camino
besos cuidate
Mi queridísima Gilda...
Incluso el mayor de los dramas suena bonito en tus palabras, con tu forma de narrarlos... Es un lujo leerte...
Tal vez a Gea le pase como al hijo de la Inés: "que el hijo de la Inés no entiende de colores, y dice que entre amores nunca se ha caído de pie, que se descuida y se vuelve a caer..."
Besos varios...
ojala que sea asi..besos!
Pesado pasado el suyo, no sé cómo pudiste resistir la tentación de preguntarle por su vida. Igual para no saber de más desgracias.
Tal vez tuvo suerte, tal vez se autovacunó contra los recuerdos.
Besos.
A veces, las mentes más brillantes son las que más sufren.
Ha sido un placer leerlo, como siempre bah!
Besitos
Como diría algún superhéroe escondido, todavía está viva. Y
para no imaginar que las cosas le van de a peor mejor pensar que
busca algún remedio contra la calvicie.
DTB
PD: Aveces la gente hace virajes en U.
La cobardía en nuestros actos no nos hace más felices, por el contrario fomenta nuestras dudas y miedos.
brillante no significa necesariamente que tenga inteligencia emocional. Pequeño problema de los seres brillantes. Parece ser el de Gea. En cualquier caso, el gen de la felicidad no abunda entre esos seres (como dice letra). Hermoso texto, brutal final "Ojalá que descubra la vacuna contra el sida o, en su defecto, que sea feliz". Besos
Gilda hoy me has dejado tendido en la lona, que manera de recibir golpes leyéndote!!!, no, no pienses que es por Gea sólo, he visto muchas cosas peores, es también y sobre todo por tu forma de contarlo, por esa distancia que en pocos años te ha separado de ella, y por comprobar que aquí o allí el hombre es muchas veces una mierda, sí, el hombre, la mujer no tanto, no, no quiero ganarme al publico femenino, es simplemente cuestión de estadísticas sobre la población penitenciaria.
Me faltó que fueras a hablar con ella. Porqué no???, no te parece??
Besos desde la lona.
La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica.
La inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón.
Qué homenaje extraño, Gilda.
Qué lucidez para verla, así, tan cruda.
La inteligencia nos hace trampa a menudo. Sabemos qué cables conectar en el propio cuerpo para que estalle la bomba, y lo llevemos a cabo con la precisión de un relojero.
El reto es despistar a la cabeza y que nos lleven los sentidos a recorrer el mundo que quede.
Un gusto grande pasar a leerte.
besos
Musa Rella
Una historia ejemplar, Gilda, ejemplarmente contada. La tristeza ilumina los rincones del pasado y las vidas que no fueron. Suerte que en esa luz aún brille el empeño de ser feliz, cosa que, me temo, es más difícil que la vacuna contra el SIDA.
Saludos
Excelente y reflexiva historia, me gustó.
Te abrazo
MentesSueltas
Es una pena perder el contacto con quien ha formado parte de nuestra vida en algún momento pero al fin y al cabo nunca dejamos de hacerlo..
Otra vez, un post redondo, Gilda, me encataron las tres primeras frases! Y "boliche": apunto otra más en la casilla de riquezas del castellano.
Un besín, a pesar del mar de por medio!
Con tu historia corroboré una teoría que circulaba por mi cabeza tiempo ha. Que los grandes genios destinados a salvar a la humanidad, tienden a albergar tanto dolor y a apuntalar su vida a la autodestrucción. Habitualmente tanto como luego han de evitar... como si la vacuna que inventaron no fuera más que un suero que hiciera que el dolor de la humanidad se les fuera inoculado a ellos.
Me encantó el relato. Cualquier día te lo plagio jajaja. Besos.
Pues imagínate lo que da de sí ponerse a mirar una orla amarillenta ya.
una historia preciosa
seguamente no inventará la vacuna del sida
quiza se conforme con ser feliz
besos
lágrimas de mar
Gilda que capacidad para contar historias, me encanta esta, pero sobre todo me gusta como lo cuentas, ya me gustaria a mi describir como tu lo haces. O tener ese estilo para introducir la historia, para contar las cosas importantes del personaje... Me tienes que enseñar :)
Y respecto al final: "Ojalá que descubra la vacuna contra el sida o, en su defecto, que sea feliz." O las dos cosas ¿no?
Un bso.
Pones un distanciamiento casi Brechtiano contando cosas terribles..es como si lo contemplaras desde la butaca o lo analizaras desapasionadamente desde tu mente de escritora.
Eres muy buena escribiendo! :-)
Carños de alcachofa, mi niña
que tenga suertecita como diría cierta persona que no trago mucho, pero que a veces tiene ataques de lucidez
besitos
A veces hay que ser un pilar de cemento con varillas solidas para poder sostener a quien lo necesita, aunque gea parecía muy pesada, de aquellas por las que vale la pena hablar de la compañía. cuando no se puede mejor es mejor alejarse y que muera uno en lugar de dos.
Es muy difícil ser lo bastante inteligente como para no ser demasiado inteligente...
Me alegro que estuviera bien, pero no me extraña que te escondieras.
Besos.
Yo no hubiera podido no acercarme a ella. Tampoco hubiera intentado no hacerlo. ¿Es muy grave lo mío?
Un beso, Gilda :)
Un post precioso... no sé dónde acaba la realidad y dónde empieza la ficción pero es muy bonito. Por cierto, ¿qué nombre es Gea? No lo había oído nunca...
De todo lo que dices, que es mucho, apunto que una mente brillante es un tesoro demasiado pesado "casi" a cualquier edad. Me ha gustado mucho tu punto de vista.
Un saludo.
"El pasado ladrando como un perro", dice Sabina. Creo que fue eso. Por eso no me acerqué. Por si el pasado me mordía.
Gea es un nombre que saqué de la mitología griega. "Los nombres de los protagonistas fueron modificados para proteger su privacidad", etc.
:)
Apapachos.
y mira tú como haces brillar una historia!
Cuántas vidas brillantes con poca suerte a veces en sus vidas.
Saludos.
Que sea feliz... eso es lo importante...
Y yo me pregunto: hace falta pertenecer a algun grupo?
A veces uno camina hacia su destino por senderos inciertos. Aquizá aquello fue otra prueba dura que tu amiga tuvo que superar, quizá sólo fue el comienzo de otras complicaciones. Nunca lo sabrás hasta que no salgas de tu escondite y la enfrentes.
Un beso.
a veces ser brillante no lo es todo, a veces se pierde uno ante tanta luz
En ocasiones la realidad parece una ficción “almodovariana” y otras veces la dura realidad hace balsámica la posible ficción…la llegada de la vacuna que nos inmunice de ayeres con sabor a tanino.
Enreda la crudeza de tus palabras y el cariño que destila cada renglón.
Un abrazo.
Maravillosa vision, querer asi con tanta lucidez y auto preservacion que no implica abandono. A veces ser feliz con cosas tan terribles como lo que le paso a Gea es mas dificil que encontrar una vacuna, yo tambien le deseo que su brillo le llegue al alma. Un abrazo.
PROSA PRECISA, LIMPIA, NOS DEJA CON GANAS... ME GUSTA, ME GUSTA Y ME GUSTA...
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