Almarios
De acuerdo a lo que nos cuentan los especialistas, el diablo nos ronda y nos tienta.
En mi barrio hay una casa siniestra con un cartel en la puerta que reza: ésta es La maldición de Mandinga. En mi infancia, mi hermana y yo lo tomábamos como una excentricidad muy divertida: ¿Hoy podemos pasar por la maldición de Mandinga?, preguntábamos a nuestros padres, como si pasar por esa vivienda fuera ir a Disneylandia.
Y ese cartel en esa vivienda es lo más cercano a algún tipo de adoración al diablo que yo pude presenciar.
Sin embargo, los especialistas gozan o padecen de un talento increíble para encontrar señales diabólicas en casi cualquier lado. El ejemplo más notorio es el mensaje oculto en la música de algún músico. Los especialistas aseguran que si escuchamos determinada canción al revés, podemos oir mensajes de veneración al Oscuro. A cambio de esto, el diablo le otorga a este músico una vida de éxito. Siguiendo la lógica ilógica de los especialistas, el éxito está relacionado con el diablo. El fracaso, entonces, con Dios.
Antes de dejar a un lado esta paradójica herejía que no comparto, advierto: no me obliguen a elegir.
Pero no es mi intención hacer apología de la incredulidad.
Vamos a suponer que el diablo quiere almas. Deduzco que las almas que quiere son almas puras, en la medida de lo posible. ¿De qué le sirve un alma corrupta, si el trabajo ya está hecho?
Hace unos años daban por televisión una serie excelente llamada El garante; un tipo le vende su alma al diablo a cambio del amor de una mujer y deja como garante a su primer descendiente varón (resultó ser su nieto, hijo de su hija). Luego de muchos años, el hombre se suicida para escapar del pacto, y el diablo comienza a atormentar al nieto inocente.
A mi se me ocurre una solución más ingenua pero menos dañina: si lo que quiere es adueñarse de las almas puras o con cierto porcentaje de pureza, las personas que tengan un alma con esta característica deberán comprometerla antes de la oferta diabólica: un pintor vuelca su alma en sus pinturas. Viene el diablo y le ofrece transformarlo en el pintor más prestigioso del mundo a cambio de su alma. El hombre podrá argumentar
- ¡Oh, pero qué pena! Mi alma ya no es mía... se la ofrecí a mis pinturas... mírelas: ¿no son maravillosas? La crítica dice que mis cuadros tienen alma...
El diablo tendrá que conformarse con ir a las exposiciones del pintor, y mirar la obra con los ojos llenos de lágrimas, como añorando algo.
En mi barrio hay una casa siniestra con un cartel en la puerta que reza: ésta es La maldición de Mandinga. En mi infancia, mi hermana y yo lo tomábamos como una excentricidad muy divertida: ¿Hoy podemos pasar por la maldición de Mandinga?, preguntábamos a nuestros padres, como si pasar por esa vivienda fuera ir a Disneylandia.
Y ese cartel en esa vivienda es lo más cercano a algún tipo de adoración al diablo que yo pude presenciar.
Sin embargo, los especialistas gozan o padecen de un talento increíble para encontrar señales diabólicas en casi cualquier lado. El ejemplo más notorio es el mensaje oculto en la música de algún músico. Los especialistas aseguran que si escuchamos determinada canción al revés, podemos oir mensajes de veneración al Oscuro. A cambio de esto, el diablo le otorga a este músico una vida de éxito. Siguiendo la lógica ilógica de los especialistas, el éxito está relacionado con el diablo. El fracaso, entonces, con Dios.
Antes de dejar a un lado esta paradójica herejía que no comparto, advierto: no me obliguen a elegir.
Pero no es mi intención hacer apología de la incredulidad.
Vamos a suponer que el diablo quiere almas. Deduzco que las almas que quiere son almas puras, en la medida de lo posible. ¿De qué le sirve un alma corrupta, si el trabajo ya está hecho?
Hace unos años daban por televisión una serie excelente llamada El garante; un tipo le vende su alma al diablo a cambio del amor de una mujer y deja como garante a su primer descendiente varón (resultó ser su nieto, hijo de su hija). Luego de muchos años, el hombre se suicida para escapar del pacto, y el diablo comienza a atormentar al nieto inocente.
A mi se me ocurre una solución más ingenua pero menos dañina: si lo que quiere es adueñarse de las almas puras o con cierto porcentaje de pureza, las personas que tengan un alma con esta característica deberán comprometerla antes de la oferta diabólica: un pintor vuelca su alma en sus pinturas. Viene el diablo y le ofrece transformarlo en el pintor más prestigioso del mundo a cambio de su alma. El hombre podrá argumentar
- ¡Oh, pero qué pena! Mi alma ya no es mía... se la ofrecí a mis pinturas... mírelas: ¿no son maravillosas? La crítica dice que mis cuadros tienen alma...
El diablo tendrá que conformarse con ir a las exposiciones del pintor, y mirar la obra con los ojos llenos de lágrimas, como añorando algo.
12 Comments:
Homero Simpson se salva de perder su alma porque años antes de su pacto con el diablo le había ofrecido su alma a March en la dedicatoria de una fotografía.
He ahí un tip.
Pues si el alma es de las pocas cosas sinceras que tenemos los humanos
besitos
Lo tendré en cuenta por si alguna vez me visita el tipo ese de barbas y tridente, me parece un buen argumento. Igual lo encamino a este blog.
O tal vez ya ha estado aqui alguna vez
La imagen del diablo con una gabardina (esa parte ya es mia) en la exposición de pintura, casi llorando por que no puede tener eso que tanto quiere es buenísima.
ME quedo con ella todo el día.
Imaginando cuantas veces no lloró frente a los cuadros de Van Gogh, o Frida Kahlo por ejemplo.
Besos.
Y de esa forma el diablo no pasaría de ser un pobre diablo...
¡Saludos!
jajaja, Gilda... pero entonces... ¿qué le vendería?
El problema no son los compradores, se me ocurre, sino los vendedores.
Yo tengo muy claro que hay cosas mías que no están en venta.
JAJAJAJAJA
Me encanto tu advertencia sobre hacerte optar.
Te dejo un cariño, casi desde la otra cuadra.
El pintor, el cineasta, el literato..cualquier creador puede darle esquinazo al diablo..todo lo que nace de él, ya no le corresponde despues de haberlo creado..que se j..a y que llore! ..que yo seré muyyy mala con él y me reiré en sus barbas.. :-)
Bueno, podría donarla a mis escritos jejeje
besos
Me parece que dejar el alma en las obras es una patraña que el coludo no tardará en desentrañar. veo dos opciones; si por cada obra uno deja un trocito de alma, llegara el momento en el que ya no habrá más alma y por ende será un "desalmado" y eso es lo que él quiere. Entonces gana. O quizás también suceda que si no proyecta el alma en las obras no deja de tenerla en su poder y es por tanto corrumpible: la crítica no tardará en ver en cada obra sólo los destellos del alma original y se aprestará a lapidarla y el artista desalentado por el fracaso acudirá al mejor postor que siempre es el mismo
¿Qué piensa hacer el diablo con tanta alma?
Joo... gracias por el enlace? Cómo llegaría a mí?
Besines y saludos desde allende el mar que nos baña!
S.O.S. ¿Cómo deberíamos enfrentar al demonio llorón!? Creo que me asusta aun más...
Cariñitos!
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