¡Ah, pero yo le salvé la vida a un tipo!
Enero, dos de la tarde, calor inverosímil. La única persona que anda callejeando soy yo, vaya uno a saber qué motivo tengo para no estar en mi casa, al resguardo de algún ventilador que convide aire caliente.
Por fin llego a mi casa; meto la llave en la cerradura y escucho, como lejano:
- ¡Chts! ¡Señorita!
Miro a mi alrededor, a un alrededor amplio, y no veo nada. Es uno de esos días en que la gente cobra vida cuando el sol muere. Habrá sido un espejismo auditivo, pienso.
- ¡Chts, señorita!! ¡Acá adentro!
Vuelvo a mirar el barrio. ¿Adentro de dónde?, pienso.
(Yo vivo en una esquina. Algunos vecinos decidieron contratar a un tipo que haga las veces de guardaespaldas barrial. La garita de seguridad fue instalada, como no podía ser de otra manera, en mi esquina; es decir, a dos metros de mi puerta).
Veo la garita de chapa y veo la puerta cerrada y veo la llave puesta del lado de afuera.
No, esto no puede ser, pienso. Me acerco, hago girar la llave, la puerta de la garita se abre y de ella sale, rojo, sudoroso, al borde del infarto, el tipo de seguridad.
- Señorita, me salvó la vida, hace cuarenta minutos que estoy ahí adentro, se me cerró la puerta, con este calor... y con mi sobrepeso apenas puedo entrar parado, y no venía nadie, si usted no venía yo me moría ahí adentro...
La garita fue retirada de mi esquina tiempo después. El hombre se sometió a una dieta rigurosa, se ve que se asustó.
Cada vez que me ve por la calle, me grita
- ¿Se acuerda del día que me salvó la vida?
Por favor, no me recuerden que ese hombre estaba ahí para cuidarnos porque me deprimo.
Por fin llego a mi casa; meto la llave en la cerradura y escucho, como lejano:
- ¡Chts! ¡Señorita!
Miro a mi alrededor, a un alrededor amplio, y no veo nada. Es uno de esos días en que la gente cobra vida cuando el sol muere. Habrá sido un espejismo auditivo, pienso.
- ¡Chts, señorita!! ¡Acá adentro!
Vuelvo a mirar el barrio. ¿Adentro de dónde?, pienso.
(Yo vivo en una esquina. Algunos vecinos decidieron contratar a un tipo que haga las veces de guardaespaldas barrial. La garita de seguridad fue instalada, como no podía ser de otra manera, en mi esquina; es decir, a dos metros de mi puerta).
Veo la garita de chapa y veo la puerta cerrada y veo la llave puesta del lado de afuera.
No, esto no puede ser, pienso. Me acerco, hago girar la llave, la puerta de la garita se abre y de ella sale, rojo, sudoroso, al borde del infarto, el tipo de seguridad.
- Señorita, me salvó la vida, hace cuarenta minutos que estoy ahí adentro, se me cerró la puerta, con este calor... y con mi sobrepeso apenas puedo entrar parado, y no venía nadie, si usted no venía yo me moría ahí adentro...
La garita fue retirada de mi esquina tiempo después. El hombre se sometió a una dieta rigurosa, se ve que se asustó.
Cada vez que me ve por la calle, me grita
- ¿Se acuerda del día que me salvó la vida?
Por favor, no me recuerden que ese hombre estaba ahí para cuidarnos porque me deprimo.
1 Comments:
Primero me ha parecido que el fantasma de Pedro Páramo estaba al lado de tu casa. Después me ha hecho gracia que el tipo se pusiera a régimen y que el misterio acabara en algo tan tonto.
El final es lo mejor, jaja. Genial.
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